martes, 7 de enero de 2014

POESÍA: MAQUÍS Y ANTIFRANQUISMO

 

De repente, la batalla,
y el silencio del valle
jalonado por la tristeza de las viejas acacias
que se saben heridas
y el silencio y la vida
y cara a cara
españoles de una
y de la otra partida
unos por unas monedas
y los otros por la España perdida,
en la montaña,
en el valle, en el río,
entre brumas,
soles, fríos, vientos y caricias
de la metralla perdida,
mueren los hombres
en ese día.
Batalla
que si perdida,
que si ganada,
que si vencida,
que si rendida,
en años de hambres,
de luchas,
de libertades robadas,
del trabajo sin contrapartida,
de fronteras cerradas,
de emigración clandestina.
¡Si es cierto que ocurrió!
y que la muerte
se dió en las montañas con sus cornisas,
así se contaba en los casinos de los pueblos,
lugares, aldeas y villas,
a esas horas perdidas
de vinos en las barras
nublando la vista.
Todo aquello que pasó
sirvió para mantener
llamas vivas
y bellas historias, fabulas y poesías
en la hoguera que crecía
bien alimentada por tarugos, sarmientos
y ramas de olivo sin aceitunas.
La cabeza alta
y la vista
puesta,
como si fuera de águila, en el día,
y de búho, en las noches malditas.
Puesta la cabeza
en la lejanía,
pues de allí siempre llegaba en vagones de nubes crecidas
el olor a muerte,
fuego y dinamita,
el maqui camina
con el fusil sobre el hombro,
en los labios un pitillo, casi ceniza,
y en el bolsillo una fotografía,
madre,
padre,
hijo,
hija,
llamando al hijo, marido, padre
para que de vuelta a casa lleve
como en aquellos otros días
una rosa y una sonrisa.

Autor: José Vte. Navarro Rubio


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