Don Pío Baroja, ensalzado por unos y
denostado, casi siempre injustamente, por otros, era al fin un hombre
sabio y, para qué recordarlo, uno de los grandes de nuestra literatura.
Se ha dicho que su ideología hay que considerarla de forma inseparable
de su temperamento. Las ideas sobre el hombre y el mundo que se
desprenden de sus obras se inscriben a la perfección en la línea del
pesimismo existencial. Es característico su radical escepticismo
religioso, social, económico: "No existe --llegaría a decir-- verdad
política y social. La misma verdad científica, matemática, está en
entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas
de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la
sociedad?".
Para Baroja el mundo carecía de sentido, la vida le parecía absurda y
no albergaba ninguna confianza en el hombre. Acabo de descubrir un
pasaje curioso relacionado con el escritor y que mantiene plena
vigencia.
Y aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:
“La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1) los que no saben;
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por no saber;
5) los que aparentan que saben;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás no saben.
Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja. Sobre todo por el último punto, el que dice “los que viven gracias a que los demás no saben”. Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.
Referencia: http:http://lacomunidad.elpais.com/
No hay comentarios :
Publicar un comentario