miércoles, 12 de marzo de 2014

POESÍA: PINAREJO Y AQUELLA AGORA SUYA CON TANTA Y BUENA FILOSOFÍA



Recuerdo de  mi niñez
que fui cogiendo  lo que quería
de allí donde me venía en gana
mientras los demás reían mis risas.
Era la palabra infancia la que me servía
de escudo protector
contra aquellas pequeñas fechorías
que no iban más allá
de salir a jugar y no volver a la hora prefijada con severidad relativa
y quizás si me apuran y ante la duda
no me queda más remedio que admitir
que en su día solo fui niño llevado por la avaricia
de poseer como dogma de fe la risa
y como arma letal contra cualquier otra causa no justa
la pericia de resolver con pocas disculpas
los lances en los juegos en los que me divertía.
¡Ya ven, de lo que uno se disculpa!
Servía la plaza de Pinarejo
por aquellos días de plena dictadura
de ágora de juego entre los niños que más sabían
y aquellos otros que llegaban a este instante de sus vidas
en que la casa daba paso a la calle y ésta a otro tipo de villanías.
En Pinarejo la niñez
se tinte ahora que todavía uno respira
con todos aquellos ingredientes que dan para exclamar ¡vaya de aquella vida!
y entre telarañas, musgos, cuevas oscuras
y túneles sin raíles ni maquinarias de tren, pitando de forma convulsiva,
uno todavía se encuentra y disfruta
pensando en lo que fue,
aquello que no retornará nunca,
y aliviándose  por no ser  tan duro por dentro y por fuera
como los guijarros que a merced de las aguas
por un lecho transitan
sin disfrutar de los paisajes y sin saber donde terminarán sus días.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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