Viven las cigüeñas
tantas vidas
y llevan a tantos niños y niñas
en sus brazos
que las estaciones del año
se convierten en vías
a través de las cuales ellas marchan
de un sitio a otro volando.
En los inviernos
de blanco los campos
las cigüeñas no se ven
por mucho que demos el alto
al reloj en la torre de un campanar bien alto.
En las primaveras
ya los campos destilando
perfumes que venden las golondrinas de árbol en árbol
uno se ve perdido
¿sera por eso de que ya le duelen los años?
En los veranos
presumen ellos y ellas de bañadores y bikines
ya sea en la piscina, en la playa
o en desfile de modelos en el mismo Vaticano
y con el otoño
de caídas hojas
en mis ojos y párpados
me voy tras la figura de un cisne
que en mitad de un charco
abre sus alas y se eleva
como si fuera el Espíritu Santo.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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