A cual ninguna más bella
que esa virgen esbelta
madre de l'Alcúdia
tan santa y buena
que no hay ningún alcudiano
de esta o por otras tierras
que no procese por su santa
una devoción más tierna
que la que Jesucristo tuvo por María
antes de sufrir una injusta condena
que lo llevó hasta una cruz de madera
donde fue crucificado
sin más glorias ni penas
que la que un Dios quiere
quedando de ellas
misterios de los que nadie reniega.
A ciencia cierta
que la Verge de l'Oreto
sobre l'Alcúdia reina
por los siglos de los siglos
y si en ello
alguien encuentra
otras palabras que no sean
para realzar su belleza
tenga tenido
por extraño en su propia tierra.
Me retiro,
voy caminando por una senda
que me lleva
por caminos de puntiagudas piedras
por los que la Verge de l'Oreto viajó
hasta llegar
en su plenitud de Madre buena
a l'Alcúdia
que la tuvo par ella.
Nadie puede ser de más grandeza
que esa madre con su hijo
que tienen su casa en una iglesia
que sobre l'Alcúdia se eleva
con su campanario de viejas piedras
que se inclinan
con suma delicadeza
como diciendo, sin levantar la cabeza,
¡aquí estoy!
¡soy tu centinela
y guardián eterno que vigila tu pureza!
Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio
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