lunes, 29 de diciembre de 2014

POESÍA: INVIERNO FRÍO

1 de 10
En  la ciudad que mis ojos no ven
todo brilla
por  su ausencia
hasta las palabras más sagradas
puestas en boca
de un Dios que adivino a recordar
cuando me duelen las muelas
2 de 10
Tan pequeños
los individuos
que la campana  de 1500 kilogramos de  peso
hubiera bastado ella sola
para hacer añicos
esos pensamientos impropios  que golpean nuestras mentes
cuando nos sentimos heridos y en ello tristes.
3 de 10
Todo vuelve a lo de antes,
el café con leche tibio,
las galletas tan redondas
como el  brocal  de un pozo profundo,
el diario sin abrir esperando ser  leído
y la margarita al viento contándose sus pétalos.
4 de 10
En la  calle llama la atención
un contenedor de basura  reconvertido
en tienda de regalos
que llenará de alegría
la casa fría
de algún niño pobre
desahuciado por el salvaje capitalismo
  5 de 10
Se oye en el día
el ruido a hierro que se arrastra  
de un carro sin comida
dentro del cual un pequeño Moises
viaja sin  saber cual será su destino
ni lo que se podrá llevar a la boca,
una lata de sardinas o un filete vacío de buenas noches.
6 de 10
No pregunto  otra cosa que no sea
la hora
como argumento para marcharme
y dejar a algún ilustrado tan jodido
como suelo estar yo
cuando oigo sandeces.
7 de 10
 En la oscuridad una luz
se apaga y se enciende
al tiempo que se oye una descarga que irrumpe
lanzando al espacio aromas con olor a espliego domesticado.
8 de 10
Hasta el silencio calla
en esa noche de Reyes Magos
en la que los niños caen en sueños tan  agitados
por los miedos y delirios
que ya liberado de ellos
ahora que soy adulto me reafirmo
en dormir con la ventana abierta
por si acaso, he sido bueno, 
y me cae algo.
9 de 10
Con el frío
la noche entra
en la cama,
busca mis pies calientes
y mi aliento con sabor a musgo
del  jardín colgante de mi pecho.
10 de 10
El ascensor se detiene
en el quinto piso
mi madre decía
que allí vivía un hombre viudo
que desde siempre esperaba a su amada esposa,
son las cuatro de la mañana
para cuando el cementerio se queda vacío
y oigo el sonido de un timbre
y una voz que dice: Ya voy  cariño


Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio

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