Como queriendo entrar por la ventana,
con sonido a ventilador cansado y viejo
el viento, ese amigo de lo efímero,
acude siempre en momentos de desconsuelo,
para lanzar sus lamentos
sobre el cristal frío
que escupe las palabras que le van diciendo.
Vuelve el viento a su rutina,
trabajo en la fragua de un Dios corpulento,
para continuar puliendo su sonido al calor del fuego,
en esas noches inquietas en que se oye en la calle
algo más que el lamento de un perro
llamando a la puerta de una casa para entrar dentro.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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