jueves, 23 de julio de 2015

POESÍA: PINAREJO EN ESTOS 250 AÑOS A PASO DE AVUTARDA POR LA PLAZA VOLANDO

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Uno escribe sobre su pueblo
para celebrar esos doscientos cincuenta años
de moscas y mosquitos, duendes y tábanos
por las cámaras de nuestras casas musitando
¿que fue de sus moradores y y el por qué se marcharon?
y a eso uno que fue de los que se marchó con el hato casi a la cabeza colgado
dice que la idea fue buena y dio resultado,
por eso por el mundo hay pinarejeros de todos los estados
llevando el nombre de Pinarejo en su corazón clavado

A lo visto han sido doscientos cincuenta años de muchas generaciones de pinarejeros
por medio reclamando
su palabra, su trabajo, su sitio en la historia, mientras nosotros aquí varados
como si fuéramos barcos en un puerto anclados, discutimos que nos las pelamos
sobre cuestiones banales que a nadie le importan un rábano.

¿Que bien que estamos a la sombra de  nuestras garitas mirando el pasado?
¿Y como caen las hojas y como por la plaza volando pasa una moto
que lleva en la trasera a una chica en traje de baño?

Estos tiempos no son como los de antaño dice un "hermano"
que en el banco de la Solanilla se lía un petardo
y como si estuviera cogido por la gracia de Dios saca del estómago
un chorro de humo contaminado.

Estos no son aquellos tiempos replica otro paisano
al cual la vida le regala pastillas de todos los tamaños
para que siga protestando
de ese gobierno jodido que tanto se empeña en joder a los más desgraciados.

Avanza la mañana en este día soleado
entre cantares de las alondras,
sacudidas de alas de los pavos
y menesterosos trabajos
de los más aplicados
plantando viñas y sacando tajos
a las tierras secas que todos los años
necesitan para que sigan produciendo de que alguien les meta mano.

Mi pueblo es especial y desde antaño
en el se vivió peleando
con los jodidos amos,
con las tierras perdidas que solo daban malos tragos,
con la iglesia a lo suyo y a los pobres mendigando
y con esa política que tanto nos ha dado
por mucho que se diga y por mucho que nos vayamos alargando
en eso de hablar mal de quienes nos sacaron de las faces de un Caudillo
que se comía a sus hijos más sanos
por miedo a que un día apareciera ese comunismo que de haber llegado
nos tendría, según lo que oigo en un banco, más alineados
que la aceitunas en sosa y que los espárragos en tortilla guisados,

Yo callo, a esto, pues en mi pueblo todos son muy dados
a colocar en pedestales a los ilustrados
para luego a garrotazos bajarlos
todo por eso de lo que estamos hablando: ¿Qué se cree este que tanto nos quiere a su lado?

Bueno con el día y con esa solana que de valiente nos regala algún ángel descarriado
que lanza calores sobre nuestros terrados
como si en ellos se tuvieran que freír rayos,
me propongo, este es mi trato, seguir avanzado
por esa cuesta de la calle de las Cruces hasta llegar al rellano
donde una casa caída me llena de espanto
pues en ella nació uno y con este regalo avanzó
pensando que la vida siempre trae después de un infortunio un regalo
que a lo visto, en este caso, es ver el molino tan arreglado
y unos paredones blancos que relucen como más que la patena cuando se saca del sagrario.

Pinarejo me lleva en volandas y como no estoy cansado y les iba explicando
son 250 años en que nos fuimos contentos de nuestros antiguos amos
para caer en otras manos
que hicieron por ellos
lo que no está escrito en ningún lado,
pues de Señor a  Rey
que más da el caso
si el uno te pide y amenaza con malos tratos
y el otro te da a cambio
privilegios que nos volvieron a hacer esclavos
de aquellos reales señores
con sus corpiños bien planchados
que aparecían por Pinarejo todos los años
pidiendo saldar una deuda para la cual solo cabía pagar todo lo atrasado.
Sin quite posible, lo de Grecia todavía no había pasado,
así pasamos más de 100 años
rogando y suplicando
mientras nuestros nuevos amos crecían en tierras y ganados
y el resto se iban endeudando hasta más allá de donde puede aguantar un buen cristiano

Quedes ustedes con Dios.....Son las doce y tantas, de un 23 de julio tan en calores pintado
que me marchó a rellenar una botella de agua
y a darle unos buenos tragos
pues la sensatez, esa que nuestros abuelos nos enseñaron,
se muestra mejor cuando uno se ha refrescado.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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