Pronto comenzará el mismo baile
el de las mesas y sillas
arrastrándose por la acera
hasta encontrar su equilibrio
en la terraza del bar de enfrente
al que yo acudo, de vez en cuando,
de tarde en tarde.
De repente es el silencio
el que atrae mis sentidos
entre sensaciones que me alertan
de que allí enfrente
ha comenzado el maridaje
de bebidas y comidas para bocas diferentes.
Han huido las aves
de laa copaa de los árboles
pues saben a agua salobre,
vapores nocturnos,
aires contaminados de palabras soaces
Y llegan los coches
con motores de caballos que ni comen ni beben
otra cosa que no sea
ese liquido tan atrayente
para ciertos países que han visto en ello algo más que un charco de agua pestilente.
También el silencio retumba, casi arde,
en esta mañana
de libertinaje
casi un regalo atrayente para quienes hacen del trabajo una obligación permanente.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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