Mira el Nano,
a un pilar, roca,
está sujeto,
y
mira
todo aquello
que por la calle pasa,
ya sea ser humano,
animal u objeto
pues quien así lo quiso
lo hizo llevado por los celos,
esos
que cuando surgen son casi como un veneno,
que se agarra al cuerpo
y se come hasta los sentimientos.
Es tanto el orgullo del Nano
que por dentro se siente lleno
de todo aquello
que nos hace diferentes
ante lo malo
o
ante lo bueno.
Quien a la ciudad llega
lo hace entre recelos
y para que nadie diga
que no vio al Nano,
a una fachada sujeto,
cuando hasta Valencia se acerca,
toca la chepa
y un orificio
en su trasero
y pide,
sin más,
un deseo.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario