En el ocaso la ciudad muere
¿cuantas muertes?
nadie lo sabe.
Cullera sobrevivió
al pirata que la acosaba
al vividor
al prepotente
hombre este
de bajeles que en el mar combaten
por algo que les mueve
la fe de su Dios,
la fe de quienes
quieren de otros pueblos
sumisión y orden.
En noches frías
con vientos de poniente
se oye el rugir de la mar
sobre las rocas
de un islote
allí donde una isla
se alza solvente,
de los Pensamientos, se llama,
se le conoce
por aquello de ser puerto fuerte
al cual llegan los barcos y salen.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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