Agosto de calor y muerte,
latentes
los incendios que corren
entre laderas llanos, montañas y montes
se tiñe el horizonte
de un negror que asciende
por allí donde las llamas se comen
el alma de la flora y fauna salvaje.
Avanza,
un ejercito se mueve
y así la tierra es
el frente de un gran combate
donde todo lo que se ve muere.
Sigue la lengua desbastando,
su color es el de siempre,
oro que tiñe de miseria los espacios
por los que corre,
todo lo que toca se convierte
en tierra quemada en la que emergen
troncos sin vida de longevos árboles,
casas quemadas,
animales sobre el suelo no más que cuerpos sin vida,
ya en ellos inexistente el don que los hace fértiles.
Barx,
allá en sus cumbres
huyen
las águilas que se alejan
de las peñas, tal sabiendo que la muerte
habita en aquellos lugares
donde ellas eran algo así como las reinas de un espacio habitable
Muerte,
desde las altas peñas de Cullera,
corre la muerte,
sobre las montañas frondosas
de un horizonte,
ahora inexistente, el aroma de las plantas, el color de las verdes montañas y montes.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario