Ir a su encuentro él debe estar por allí,
atravesando un río, desfiladero o llano,
llevando partidas de reses por los desiertos
y estepas de aquellos lugares para el cine tan sagrados.
Él era fornido, galopaba a lomos de hermosos caballos,
era justiciero y amigo y con las mujeres
siempre un empedernido enamorado.
Buscarlo, lo hallareis con sus espuelas calzadas
y el revolver a la cintura pegado,
por allí él tomando café sin azúcar,
por aquel su río Bravo;
mascando carne seca,
quitándose el sudor de la frente
con la palma y el dorso de sus grandes manos.
Ir a su encuentro deseando verlo,
por aquellos lugares tan llenos de encanto,
con los cactus por todas partes,
con austeros ranchos
y en ellos las aspas de los molinos
al viento seco del desierto girando.
Ir con deseos y ganas de encontrar a vuestro héroe domando
alguno de esos potros salvajes sacado de algún escenario,
para demostrar la valentía de quienes conquistaron
un Oeste en manos de los indios,
siempre tratados como malos,
cuando a la fin y a la cabo estos eran sus verdaderos amos.
Ir y sentir como Hollywood continua filmando
escenas gloriosas de unos tiempos pasados,
Ir al Álamo y veréis por allí todavía a John Wayne
con sus rifle disparando, siempre por una causa,
ya estuviera de pie o a caballo, pies a tierra,
o desde desde lo más alto
de una diligencia encañonando
a unos bandoleros que la persiguen con malos ánimos.
Ir antes de que Trump rompa el encanto
de aquellos escenarios
donde todo valía si tenías un colt de tambor
con seis disparos
en la cartuchera,
preparado para enfundarlo y ser,
si la vida importa algo, el más rápido.
Autor: José Vicente Navarro Rubio