martes, 14 de junio de 2011

DE AQUELLOS QUE CANTABAN COPLAS " JORGE MANRIQUE Y LOS CRIMENES DE BALDOMERO"

En la primavera 1479 moría en Santa María del Campo Rus, provincia de Cuenca, y con tan sólo cuarenta años de edad, Jorge Manrique. Días antes había sido herido de muerte en batalla, una de las muchas que tuvieron lugar en la guerra civil que dividía toda Castilla, entre los partidarios al trono de Isabel la Católica y los defensores al mismo de Juana la Beltraneja.

Parece ser que fue herido de muerte en el término de Pinarejo que en aquella época pertenecía como aldea al Castillo de Garci Muñoz:

Relato:
«el dicho don Jorge Manrique salió a correr la tierra de esta villa de partes de tarde y llevando recogidos muchos ganados e bestiaje e presos, vino hasta esta villa cerca de ella a un tiro de arcabuz, donde agora llaman camino de la Nava, aldea de esta villa, hacia la parte del mediodía; y allí entre ciertas viñas e matas, habiéndole hecho una emboscada los de esta villa e tierra, trabaron una escaramuza que duró hasta la noche, é allí fue herido D. Jorge Manrique, el general, de una lanzada que le dieron por los riñones al tiempo que yéndose a abaxar por un ribazo abaxo se inclinó, e por la junturas que hacen las corazas entre el arzón trasero de la silla quedó descubierta aquella parte, é por allí fue mal herido, de la cual herida desde a pocos días murió en la villa de Santa María del Campo.

Al morir, entre sus ropas, encontraron unos versos: ¡Oh mundo!, pues que me matas/fuera la vida que distes/toda vida/mas según acá nos tratas/lo mejor y menos triste/ es la partida.

Esta historia tiene que ver con unas coplas que recordaba mi padre y con un fatal suceso que ocurrió en Villar de la Encina, en el mes de julio del año 1930. Mi padre por aquella época tenía 10 años de edad y recuerda como un coplero de San Clemente, recitaba en la calle de las Cruces, al lado de la casa del “Chato”, más o menos la siguiente copla:

Santa Águeda bendita
Patrona de Pinarejo
con cierta gracia divina
ilumina mi talento.

Crímenes tan horrorosos
al mundo llenan de espanto
Baldomero Lara Portillo
he aquí al sanguinario.

Se la llevan a un convento
para dejarme burlado
y quién tiene la culpa de esto
es el Señor veterinario.

Si la pudiera robar
ya la habría robado
ya no me puedo casar
estoy desesperado.

Al padre de ésta Sotelo
nada te debo tirano
porque me robas el amor
de la que yo quiero tanto.

Me enamoré de tu hija
sirviendo en tu casa
y una mujer sin honra
es como una flor deshojada.

Voy a desatar el lío
porque este cuento no acaba.

José Vte. Navarro Rubio

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...