miércoles, 15 de junio de 2011

LA CULTURA DEL CÁNTARO

Entre aquellos recuerdos a los que suelo recurrir, de vez en cuando, se encuentra uno ya perdido, que ahora pasaré a comentarles. En estos tiempos es muy difícil de ver, si no te adentras en regiones atrasadas del planeta, a las mujeres utilizando la cabeza como herramienta para transportar cosas. Me refiero a la costumbre que había entre las mujeres de Pinarejo y de otros pueblos de la geografía peninsular de transportar cántaros y cestas sobre la cabeza en aquellas ocasiones en que se tenían que desplazar fuera del hogar para realizar la colada de la ropa, cocer pan y portear agua de los pozos.

Iremos por partes. En lo que se refiere a hacer la colada, yo recuerdo como las mujeres se desplazaban hasta una rambla que pasaba por debajo del caserío de Casablanca, en las afueras del pueblo. Allí al lado de la corriente de agua las mujeres lavaban la ropa, con aquel jabón casero hecho, entre otros ingredientes, con aceite usado casero, agua y sosa cáustica Una vez lavada la ropa ésta se extendía sobre los juncos y otro tipo de arbustos que crecían al lado de la rambla para que se secara. El porte de la ropa y de los útiles para lavar lo hacían las mujeres colocando encima de la cabeza la cesta con la ropa. Otras veces cuando la colada no era muy grande las mujeres lavaban la ropa en los corrales y patios de las casas utilizando para ello las conocidas con el nombre de artesas.

También recuerdo a las mujeres transportando sobre las cabezas las cestas o maseras con la masa de masa para hacer pan. Bien amasada y dada la forma oportuna se colocaba la materia prima: harina amasada y preparada para hornear, dentro del horno que existía en los bajos de la casa de la Felipa. Una vez este cocido las mujeres los trasladaban hasta sus casas en las cestas que habían acomodado previamente sobre sus cabezas. Recuerdo aquel horno y como al fondo de una habitación se abrían unas bocas dentro de las cuales las mujeres colocaban la masa con la ayuda de unas palas grandes de madera. Supongo que la Felipa, creo que ese era su nombre, cobraría por el pan que se cocía en su horno, aunque no sé si se producían otro tipo de trueque.

Pero la elegancia, en su forma más extrema, tenía que ver con el porte de cántaros sobre la cabeza. Había que ser una verdadera malabarista para que el cántaro no se fuera al suelo y más en aquel nuestro pueblo con aquellas calles con pendientes tan pronunciadas y sin asfaltar. La verdad es que en algo hemos mejorado.

De los pozos de los cuales se sacaba agua creo recordar el de “La Plaza”, el de “Santana” y “El Pocillo”. De ellos extraían las mujeres el agua que iban depositando en cántaros y cantarillos. Una vez las vasijas llenas del preciado líquido las mujeres se colocaban sobre la cabeza un rodete/rodilla y a continuación seguido y sin tardanza las vasijas se elevaban por encima de la cabeza para ser depositados encima de ella. Había mujeres que eran capaces de transportar al mismo tiempo cántaro en la cabeza y cantarilla debajo de la cintura.

¡Que elegancia demostraban tener las mujeres para hacer estas faenas que se aprendían desde la más tierna infancia!. Eran faenas y trabajos que solían hacer las mujeres de ahí el comentario de Jesucristo a sus discípulos: "Id a la ciudad y os encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle" (Marc. 14:13)

Las escenas relacionadas con el porteo de agua en cántaros sobre la cabeza han quedado inmortalizadas en el noble arte de la pintura, caso de Goya y el cuadro titulado: Las mozas del cántaro”. También en la literatura universal encontramos relatos relacionados con este tema como “la fábula de la lechera” y múltiples refranes y dichos. En Algunas culturas se bailan danzas como la “del vientre” y “el agua” y para más decir hay pueblos de España donde para las fiestas patronales hacen concursos de “porteo de cántaros”. Yo, por si hay algún interesado, tengo las bases del concurso.

Tal y como ya he comentado, aunque el llevar un cántaro de agua era costumbre universal de las mujeres, ahora esta faena ha quedado relegada a determinadas partes del planeta donde todavía el agua para beber se extrae de pozos.

José Vte. Navarro Rubio

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