Pues si, es una panorámica completa de nuestro pueblo tomada al parecer desde la misma explanada del cementerio. Esta es la visión clásica de Pinarejo. El pueblo en su totalidad aparece allí donde tiene que estar. La nubosidad del día da a la fotografía un tono de tristeza propio del invierno. El pueblo inmutable se aprecia a lo lejos ofreciendo como avanzadilla al parque del Molino que coquetón él se deja fotografiar y nos muestra todos sus encantos. Como siempre también la gran mole del edificio parroquial sobresale sobre el resto de estructuras, casas y corrales, que se aglutinan y componen la trama urbana de Pinarejo. Los campos con su verdor dulcifican los tonos de la fotografía y es que amigos y amigas los inviernos tienen su encanto. Esta misma fotografía tomada en el mes de agosto nos diría otras cosas. Así y de pronto a mi me produce una cierta tristeza por dos cuestiones. Porque detrás de la fotografía se quedan los nuestros y porque no puedes disfrutar del pueblo todo lo que el alma te lo pide
Pinarejo siempre estará ahí
junto al cerro y las eras
en los días de calor, de frío y de niebla.
Igual da el mes y para sus fiestas
Pinarejo siempre de gala resplandece
y nos atrae con su espontánea belleza.
Cual hijos de una misma madre
volvemos para ser
al igual que las alondras en la primavera
dulce trino que llena de color
los despertares de estas añoradas tierras.
José Vte. Navarro Rubio
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