En un día agotador, tanto por el calor como por el trabajo, uno se acuerda de su tierra y cree presentir, adivinar, ciertos rumores que le indican que a estas horas de la noche algunos niños andan por la plaza al mismo tiempo que la puerta del bar se abre y algún parroquiano sale con el ánimo de recogerse en casa. Son tiempos de calores, yo diría de calinas, en que los vecinos y vecinas de Pinarejo se acomodaban en el poyo que se alzaba junto a la puerta de entrada en las casas para hablar de esas cosas tan normales como la vida misma. Hablo de la época en que el pueblo todavía rezumaba en cierta cantidad presencias humanas como para poder decir que Pinarejo era un pueblo vivo. Con esto no quiero decir que ahora, en estos momentos, Pinarejo sea un pueblo muerto. Mejor dicho es un pueblo venido a menos en cuanto a presencia de personas en la localidad, aunque por otra parte hay que decir que Pinarejo está más cuidado de lo que nunca lo ha estado en su dilatada vida como población que ha albergado almas.
Ser de Pinarejo es algo muy especial. Yo diría que es un orgullo y por eso deberíamos llevar esa condecoración en el lugar más cercano al corazón. A mí me gustaría que estos sentimientos que yo exteriorizo no fueran a caer en saco vació y que todos allá donde estemos y donde pudiéramos estar fuéramos capaces de pregonar a grandes voces cual es nuestra cuna y cuales son los encantos de esta tierra que tanto nos hace hablar, derramar tinta, y de la que tanto nos acordamos.
Alguien un día en el foro de Pinarejo me echaba en cara que era muy fácil hablar desde fuera. En cierta medida le molestaba en que me convirtiera en un paladín en la defensa de mi "yo" como ser humano nacido en Pinarejo. Terminaba el buen amigo en pocas palabras diciendo algo relacionado con los impuestos. En su día no le contesté por guardar la compostura ni le voy a contestar ahora. No obstante las contribuciones y arbitrios que pago, ya sea mi nombre ó a nombre de mi padre, constan en el lugar indicado. Por lo demás no faltaría más, que yo dejara de querer a mi pueblo por el hecho de no vivir en él, eso es algo que no pienso hacer ni ahora ni nunca. De todos los oficios que pudiera tener el de vanagloriar mi tierra es el único que nunca dejaré de ejercer. Y esto lo digo por tres razones. La primera es porque me consideraré pinarejero toda la vida y esto lo digo aquí y si hace falta bajo juramento. La segunda es que los orígenes para mi son tan sagrados como el pan que como todos los días. Y la tercera y fundamental porque mis padres me enseñaron a querer todo aquello relacionado con la pobreza y la humildad y aquí en Pinarejo la ha habido y mucha, yo casi diría que gracias a eso muchos hemos conseguido en la vida más de lo que por cuna nos estaba reservado.
La verdad sea dicha es que los de Pinarejo en esto, riquezas, nunca hemos ido muy sobrados aunque gracias a Dios los unos y los otros nos hemos sabido ganar un merecido respeto allí donde hemos estado y hemos ejercido oficio, en las diferentes ramas de la agricultura, ganadería, comercio, industria y/o en puestos de la administración. El ir a más es una ambición noble en la que muchos hemos puesto un gran empeño pero alcanzado ese escalafón desde el que poder decir lo conseguí y ahora descanso, yo, en mi caso, vuelvo la mirada hacia atrás y no dejo de pensar en la gran cantidad de terrones de piedra que mis padres tuvieron que desmenuzar con el único fin de llevarse a la boca un mendrugo de pan. Es así que siempre intento ir de pobre en lo que se refiere a la forma de tratar con lo demás y gracias a vestirme de este digno sayo disfruto de la presencia de los otros: mis amigos.
Vivir o no vivir en Pinarejo, no puede servir como elemento diferenciador porque el pueblo en concreto no es de unos u de otros. Nosotros desapareceremos de la faz de la tierra y Pinarejo ahí quedará, con sus historias pasadas, presentes y futuras, siempre a la espera de que sus hijos e hijas se acuerden de ella para decirle piropos. A esto último se debe el hecho de que en el foro de Pinarejo haya abierto un apartado en el cual escribir cosas entrañables de nuestro pueblo. Para cerrar solo se me ocurre decir: PINAREJO QUE GUAPO ESTAS.
José Vte. Navarro Rubio
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