miércoles, 23 de noviembre de 2011

POESIA: EL CASTILLO DE GARCIMUÑOZ Y ESE FARO QUE ES SU CASTILLO

Teme el silencio ser mudo testigo
de esos días que se abren
como si fueran una torta de girasol
tocada por la varita mágica de un duende saltarín y juguetón
y buscan en medio de sonrisas cálidas
alegrar las mañanas
y conseguir a base de ser moradores eternos
de las viviendas deshabitadas y abandonadas
que todo tenga un orden
y que las calles se conviertan en lugar de transito obligado
con tal de conocer el Castillo y beber de las fuentes de su historia.

Impresiona el castillo
mole inmensa que se alza a la entrada del pueblo
para dar la bienvenida
y aunque con cara de palo saluda
su imagen es bien recibida
cuando las maquinas de fotografiar se disparan
junto a las raíces carcomidas por las penas
de esos árboles que montan guardia junto a las murallas
y dan sombras allí donde el arrullo del agua
se confunde con las voces cercanas de los niños.

Soñando esta la tarde en las altas almenas
y desde allí nos lanza
canastas de calor que se confunden
con esa claridad cristalina que permite
contemplar los montes bajos y esa cantera de mármol
que como si fuera una herida abierta en el pecho de un gigante dormido
nos ofrece los interiores claramente pulidos
de unas rocas acostumbradas a ser templo oseo
de un antiguo cementerio marino.

Y vuelvo la mirada ya de despedida
y veo una luz menguante y me imagino
que son luceros perdidos
que después de  una noche de borrachera
vuelven a su destino
por miedo a ser desconectados y enviados al fin del mundo.

Castillo,illo, illlo, de Garcimuñoz su hijo preferido
y de esa tierra seca su faro genuino
que en las noches de tormenta señala los caminos
de Cañada Negrita, de la Nava, del Molino del Licenciado, de Pinarejo,
de Torrubia, de Uzero, de La Almarcha, La Puebla y Casa de Don Benito,
todos ellos lugares, dehesas y aldeas, en su día, del Castillo

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