domingo, 2 de diciembre de 2012

POESÍA: ACANTILADOS DE MOHER (Aillte an Mhothair) Y OTRAS LINDECES














 






 






                   I
Verde irlanda de aguas tan frías
que el alma de tus habitantes
rezuma tristezas templadas por gaitas que desorbitadas tocan  en las noches de muchas lunas
y en esos acantilados de la locura
sobresalen saliendo de la tierra
y desafiando a las alturas
como si fueran estatuas de la isla de Pascua
parajes de película
con pizarras negras como las vidas
de aquellos que desafiando a los corsarios de otras islas
pagaban con su sangre odios y rencillas
de  reyes y reinas ariscas
que sentadas en tronos de piedra de sillería
soñaban con dominar
a sus vecinos y exigirles pleitesía.

Acantilados de Moher,
mal dichos de la ruina,
con montañas que se arrojan a un mar
y en su despedida
cantan canciones que el viento también arrulla
para que el silencio de los cementerios
se llenen de penas e infundan
miedo a los cobardes y arrogancia posesiva
a los bravos soldados de una patria ganada y perdida.

Brumas que vienen en días de pesadillas
se esconden en los llanos y ganan las alturas
mientras desaparece la bahía de Gallway
y la isla de Aran
que tanto por estos lugares brillan
en otros días
de cielos batidos por soles de oro sus rayos que en los cuerpos se infiltran
y en su búsqueda se marchan
allí donde las gaviotas anidan
para dar luces y vida.

Mi vida no llega más allá de estas lineas
y en mi vivir y soñar
a veces en creciente locura
me siento señor de esa torre de O'Brien
en medio de campos repletos de hierba, sol, lluvia, mar y tierra de arenisca

                  II
Irlanda sin más,
sus hombres y sus mujeres
y su cultura
y esas leyendas célticas
que por mis poros se respiran
cuando leyendo sobre sus historias
uno se empapa de fina lluvia,
de cánticos espirituales
y de cerveza tomada en una taberna oscura
donde hombres nacidos de la tierra
se rearman de valor y se lanzan a una lucha
del hombre solo con sus manos
intentado hacer parir a la tierra
de los páramos desolados
donde se hiela hasta el aire que se respira.

Baladas y cultura,
religión y paganismo y también lucha
y en el fondo
y en el alma
y hambruna tras hambruna
un pueblo se hace fuerte
como la estaca y como el hierro
con que se calzan los caballos de herraduras.

Una melodía, solo una melodía,
en un anochecer,
a la luz de una vela
y tras una ventana,
brumas, muchas brumas,
viniendo del mar y de las alturas,
ocupando los campos y las casas y las cuadras con caballos y mulas
y en una taberna,
como quien nada hace
una canción por el aire replica
y al son de una armónica, gaita o acordeón
una orquesta
que se lanza en pos de una leyenda antigua
que habla de un condado,
de una estirpe
y de un hombre solitario
que vagaba entre peñas y charcas
haciendo de su vida una aventura.

          III
Cae la Boffin Lodge y el hambre
al  mismo tiempo y en un mismo lance. Cae
a plomo
y sin necesidad de fusil de combate
y las gentes, buenas gentes,
se relamen
con el vaho
que se respira en el aire
y con mendrugos de pan
duros y poco saludables.

Cae la niebla y los campos abiertos
son como los alveolos de un tísico
que se debate entre la vida y la muerte
allí donde todos son hermanos
aunque de diferentes madres y padres.

En una noche
tierna y reconfortante
como si el tiempo se parara
y la vida no fuera importante
viene la muerte
a llevarse a un niño de las faldas de su madre
por el que nadie daba nada
y al que
no le faltó oraciones y besos
antes de marcharse.

Muerte, credo y pasión,
coraje y genio
para ser
explotados como salvajes
y a pesar de ello
en aquellas tierras de cebadas
convertidas en cervezas espumantes
al son de una música se unen todos
y las soledades del hombre se convierten
en viveros de esperanzas
y en corazones más alegres
para entrar en las minas de Arigna
y morder el carbón con los dientes.

               IV
En una calle desierta,
en una avenida,
en una casa
se cuentan muertos
y se notan ausencias
que provoca el hambre
cuando no llega
en una Irlanda
que se pela
como si fuera una patata
y de ella queda
la monda que se tira
para que se la coman
los pobres desgraciados
a los que la comida no les llega
                                            ni a la lengua.

Los indios Choctaw de Oklahoma
¡que grandeza
en su salvaje proceder,
así lo cuenta la historia
de los que invadieron América!
                                                  se sintieron
desde aquellas lejanas tierras
                                                solidarios con Irlanda
y sin necesidad de pipas de la paz
                                             ni de combatir con bayonetas
llevaron a Irlanda ayuda
                                        para que su población no muriera.

Hambre
y hambruna de la buena
de esa,
que mata
y se lleva
a los hijos e hijas de las casa
a huertos
donde crecen matas de patatas
de un variedad genética
que se pudre en los almacenes,
en los pajares y en los surcos
de los campos
antes de que se conviertan en recetas
                                                  de cocina
                                                   y
de esa  vida violentada por una comida
                                               que no llega
Irlanda se llenó de libertades
entre funerales y sepelios
en todas sus tierras
que se llevan
un millón de habitantes
con lo poco que cuesta
repartir y dar
pues siempre de las buenas costumbres quedan
alianzas con las cuales perpetuar
vencidades buenas.

Los irlandeses se marchaban
sin mirar atrás
pues no les alegraba
dejar una patria amada y épica
con colinas de leyenda,
abadías perdidas sin caminos para llegar hasta ellas
y páramos desolados
con altas hierbas
y cuentos de fantasmas y duendes
saliendo del fondo de las tierras.

En una taberna
un vaso de cerveza
y una gran tristeza
que se vacía y llena
a golpe de brazo que se alza
y a golpe de liquido y espuma que entra
para quitar las penas.

Mesa de frío mármol
de alegrías pasajeras
en aquellos otros días de fiesta
para celebrar un santo,
un nacimiento
o la llegada de un hijo
que viene del norte que se come la tierra
trayendo en su saca
cartas y más cartas
leídas junto a un fuego
en una chimenea
que hablan de una Irlanda
ciega,
partida con un hacha
y quemada en una hoguera.

Irlanda de canciones románticas,
de baladas de música celta
y de sones y amoríos
de una pareja
que se conoció en la infancia
y ahora esperan
cumplir una promesa.

De harapos y sonidos a croares de ranas
estaban las panzas llenas
y el hambre avanzaba sin tapujos ni tapaderas
e inundaba jardines y hasta casas solariegas
donde olores mórbidos
tan extraños en apariencia
señalaban que por allí los muertos vivían cerca.

                V
Vasijas de barro
en una pequeña colina
junto a un fuego
y restos de piezas pulidas
que avisan
que por allí hubo vida
y muerte a conciencia.

Los pueblos nacen a la historia
y a veces se olvidan
de que hay otras historias no escritas
que se leen
a través de restos de útiles
que  se usaban
allí donde se vivía,
allí donde se cazaba,
y allí donde se moría.
Todo como ahora con mucha paciencia.

Son hombres y mujeres
de culturas perdidas
y de pueblos ausentes
los que también amaron estas tierras
y viniendo, llegando y estableciéndose
en esos límites por ellos concebidos
como saludables
fue donde decidieron un día
echar tallos como una planta
y ver florecer su a día a  día
en forma de trabajo, ocio y amor a su cultura, folclore y tierra.

Pueblos ancestrales
corren por mis venas,
ahora que estoy abierto a esta aventura
y como si yo estuviera allí
y ellos fueran de pura materia, vida,
los veo caminar
y vivir con mucha entereza.

En los llanos junto a ríos,
en los altozanos cerca de las zonas de paso
de hombres trashumando con cabras, mercancías vacas y ovejas,
en el fondo de las cuevas
donde los dioses mejor protegen
a los que allí encienden hogueras
y en las playas frías de costas tan altas
que si te despeñas
te conviertes en espuma de agua
y en hueso de piedra.

Por allí vivieron en su entereza,
en su cultura de la que mucho queda,
pueblos tan celtas
que con solo mencionar su nombre
bailan mis manos sobre las teclas
y en eso Irlanda
de piras funerarias
y de grandes construcciones
con muertos enterrados entre losas
y grandes piedras
no eres diferente a otros pueblos
con las mismas leyendas
con la diferencia
de que las islas imprimen caracteres
que de por vida en ellas quedan.

              VI
Ser poeta en Irlanda
y escribir de esas cosas cotidianas
que vienen a ocurrir a diario
y que luego se recuerdan
ante un vaso de whisky.

Ser poeta y llevar la amargura
de ir contando muertos
de los cuales
decir alguna alegoría
y descubrir que todos ellos
aun muriendo en diferentes días
llevaban en el alma
escrito el mismo mensaje.

Huir de los perros
y caer en manos de los buitres
en una Irlanda invadida
desde los días
en que Dios dejo de verse por allí
y se marchó al fondo de los océanos
para convivir con sirenas alegres
como unas ballenas.

Ser poeta y vivir de la filosofía
en una Irlanda de sotanas negras
venida a menos
pero no por ello rendida.

Hablo de otros tiempos
de los cuales la historia escrita
dirá .lo suyo
y a los cuales me refiero
con melancolía
¿Pués quién no se sintió
 irlandés algún día
y se fumó una buena pipa
junto a una chimenea?
¿O se bebió una pinta de cerveza
 mientras jugaba una partida de dardos?

Irlanda es una patria
abierta que abre sus manos
y al mismo tiempo
pide comprensión y ayuda
a esos países europeos
condenadamente cada vez más cortados
a filo de guillotina

hablo en este día de Irlanda
la de costas tan peligrosas
y sometidas a los vientos y huracanes
que no hay mota de arena
que no haya recibido lágrima alguna
por parte de familiares de fallecidos
en sus traicioneras aguas.

             VII
Los hijos e hijas de Irlanda
comían de lo que podían
y se alimentaban de lo que les daban.

¡Pobres hijos nacidos para sufrir
y en su agonía despertar cada día
para ser más fuertes
como si hubieran sido
curtidos por los mares
y por las caricias de los vientos del océano!

Estos hijos de Irlanda
son fríos como el hielo
cuando no los conoces
y cálidos como brasas
consumiendose en una chimenea.

Ellos saben de los sinsabores de la vida
y cada vez más
se vienen ajustando a moldes preestablecidos
y en esa presencia activa en la calle
y en ese gritar a una misma voz en los estadios
se mueven las montañas
como si fuera de paja su armazón
y se derriten los ojos
cuando se mira hacia donde no se debe.

               VIII
Caerse el cielo y la tierra
en el condado de Clare
y brotar montañas mágicas
asi son las maravillas
y los encantos
cuando amanecen los días
y al abrir las ventanas
ves como se esculpen las paredes con brillos
que la hiedra amortigua.
Armonía, sencillez, luz la justa,
bruma la necesaria
para esconderte en una rendija
y mares azotando
que atraen hacia las costas
llenas de rocas puntiagudas y asesinas
a marineros que no pensaban jamás
que vendrían hasta estas costas
para jugarse la vida.

                   IX
Bebiendo y cantando hacían su vida
y en el fondo eran  hombres
con una gran melancolía y entereza
al ver a su tierra invadida
y a una reina extranjera
rascase la barriga
al tiempo que ellos las pasaban negras y canutas.

De piel de corderos vestidos
paseaban por las aceras
y por dentro de lobos plateados
con collares de perlas
y en la yugular
mordiscos de fieras
de los tiempos de duras batallas
en lugares donde ahora se comen los jóvenes las hamburguesas.

Quiero de mi pueblo esfuerzo,
quiero de mi pueblo que alguien me lea,
quiero de ese barril de cerveza, hasta la madera
para hacer con el roble lapiceros
con los cuales poder enseñar en las escuelas.

Maldito el día
y maldita la noche con sus leyendas
solo me queda la tarde
para cantar epopeyas,
recoger la leña
e irme de fiesta
de esas que remueven hasta las telarañas de mi cartera,
allí donde los hombres y mujeres
se miden con la misma barra
y se sienten iguales
para esos días de luna
en su cuarto creciente o menguante
como se quiera.

En el Pub les venía
al igual que a las mujeres la regla
hombría temprana
a poco que la barba se rasaban
con cuchillas afiladas en una piedra
y allí cantaban y charlaban
por los codos y con la boca llena
y recordaban historias
recitadas por sus abuelos
como quien en el bolsillo lleva
en vez de peladillas piedras.

En la noche las copas sobre la barra
mientras en una mesa
algunos se llenaban de valor
y otros de vergüenza
y ya todo el coraje en un soplido de aire
calentado por alcohol
y luz de una vela
quedaban los valientes
mientras los cobardes espoleaban sus culos con las espuelas.

San Patricio los recoge
y San Patricio se los lleva,
a los borrachos a las camas
y a los clarividentes a rezar por su tierra.

         X
Mujeres irlandesas
todas fértiles
y todas llenas
de esa amargura que dejan
cuando los hombres de la casa cierran tras de sí la puerta,
pues no saben donde van
ni si volverán caminando o traídos en parihuelas.

¡Ay mujeres!
nacidas para ser
estatuas de cera
allí donde el aire hiela hasta las velas.

'Ay mujeres!
quien pudiera
en la fabrica, en el acantilado
o en cualquier puerto
de barcas a remo y de madera
ser como el mármol
                                               frías
y servir de estatuas en una iglesia.

Mujeres de Irlanda,
de la buena,
con amor en mi corazón
y pena,
me llevo a la cama,
para cuando un reloj toca a retreta,
vuestros besos,
vuestras lágrimas,
vuestros bramidos
y vuestra esencia
y olor a mar bravío, a tierra indomables y a whisky destilado en una gruta secreta.

             XI
La hombría de ser
así de paciente
como para pasar hambre
y enseñar a los hijos
a ser cautos y decentes.
Se media la hombría en esa tierra
con lápidas de piedras
todas en cementerios
y en ellas flores marchitas
y esquelas grabadas a fuego
en la podrida madera
donde los cuerpos descansan
más allá de donde se espera.

Eran juventudes perdidas
para dar días de gloria
a una patria las que se alejan
conforme un transatlántico
rompiendo olas gruñía
como si en sus bodegas llevara
búfalos en estampida por una pradera.

América abrió sus manos
y enseñó cual hiena
que se alimenta de carroña
y devuelve la comida para la cena
que las ,libertades
no se ganaban en la mesa
sino trabajando en esas tierras
fértiles y desiertas
que solo esperaban del hombre
que se lanzara sobre ellas
para sacarle de su corazón 
el fruto que todos esperan.

Y en Irlanda días de angustia,
días de muerte
y días de de hambre
con mucho frío y poca leña
con la cual calentar
el cuerpo, el alma de los que esperan y esperan.

               XII
Me voy en sueños y en noches serenas
entre surcos de olas y aguas negras
a una isla de costas escarpadas
y bahías con fantasmas rondando entre las barcas abandonadas en la arena.

Es una isla poblada de leyendas y de historias
tan reales que cuando se cuentan
se queda uno de piedra
y allí en la soledad de una playa encuentra
tiempo para ser feliz con solo observar el despertar de las noches
en el momento preciso en que la luna se esconde
y el sol como si fuera una gran bola prendida de fuego por dentro
 y de agua por fuera
se acerca
entre sonidos que llaman a mirar hacia ese cielo
donde unas gaviotas pintan nubes y se alejan
por encima de una ladera escarpada en cuya meseta crece la hierba.

Casas con muchos siglos a cuestas me contemplan
con sus grandes ojos en forma de ventanas cerradas,
a cal y canto,
por miedo a las sirenas
que cuando llegan
lo hacen para llevarse a los hombres a las simas abismales
y dejar a las mujeres en perpetua espera
pues la mar cuando mata se traga las esperanzas
de los que en ella se creen marinos y pescan
y en esas casas chimeneas con humos blancos de paja seca
y de pucheros de cobre siempre calientes en los rescoldos de las brasas
no fuera por alguna de aquellas
que algún día la puerta se abriera y un hombre entrará
trayendo en sus manos un ramo de flores y en su pelo algas secas.

La isla se llama Irlanda
y cual será mi sorpresa que sin conocerla me siento habitante de ella,

¿Entienden ya el por qué de mi tristeza?

                XIII
Defenderé con los dientes y con las muelas estas tierras
gemía el viento en un lugar
por encima de las altas peñas
en un domingo de toques de campanas
y de carretas llenas
de feligrés acudiendo a una iglesia
donde un pequeño órgano se sentía
desde lejos.

El viento defiende lo suyo
como si quisiera
convertirse en el rey de los pobres
para cuando llegan
esas borrascas que entran como cuñas llevadas desde el mar a la tierra
y con ellas naufragios de navíos
de una armada invencible
que sobre la isla deja
un arsenal de patatas
que darán origen a extraña leyendas y a hambrunas con el tiempo

Se esconden en el corazón de esas tierras
historias trágicas y otras bellas,
historias de amor y otras rocambolescas
con sus autores tan borrachos
como el mismo licor de las botellas
cuando se derrama sobre vasos
para ser bebido sin orden ni concierto.

En Irlanda el viento
entra por las ventanas
y duerme allí
donde las mujeres tejen trajes de seda
para esos días de fiestas
en que se cantaba a capella
y se bailabsn reels, polkas y valses
en compañía de violines, flautas y gaitas
a barlovento y sotavento.

               XIV
Nostalgias de un niño
al que la vida le trunco sus deseos
en una época de músicas rasgadas
acompañando sus sentimientos
por las praderas y valles,
por las aldeas y pueblos
de una Irlanda sometida a fuego y acero
cuando caían las hojas
llenando los suelos
de materia orgánica que se llevaba el viento
entre golpes secos
que pegaba con un martillo un herrero
sobre un yunque
en el que las hojas se convertían
en lagrimas finas de terciopelo
que se derramaban hasta el suelo.

            XV
Un navío surca los océanos,
Navío es de piernas rojas
De su tierra sacados
Por un cruel señor de mirada asesina y ojos rasgados
Por el odio que mamó
Siendo señor de bastos dominios y territorios consagrados
A la caza de seres humanos 
como si fueran buitres que se comen el corazón de los desamparados.

Irlanda llora
En su fatal descalabro
De ser invadida
Y sus hombres y mujeres tratados
Como perros salvajes
A los que hay que domesticar a palos
Y en la esencia de ese pueblo invasor
Que se considera tan amante de lo sagrado
Bullía un corazón tan desangelado
Que miedo se tenía en los paramos
A esas carretas con seres humanos apresados 
que cruzaban por encima del barro y de los charcos
En medio de lamentos y lloros
Que se oían desde lo más hondo de los acantilados.

¡Esclavo serás por que lo dice
Quién domina y mata
A golpe de mazo
Y a punta de estilete
Como si desollara a un lobo que se come el ganado!

Muerte al irlandeses
que no cumpla con su trabajo,
Se oía en un campamento de soldados,
Y si molestan usen
De una pica en un mercado
Para que sus cabezas sean hincadas
Y Ondeen  al viento y al sol
En cualquier época del año
Como si fueran un regalo
Al Dios de los ingleses
Que en una abadía de Londres era adorado
Como si de todos los dioses del mundo
fuera el que más amor daba a los necesitados.

En las Indias Occidentales
Se baten el cobre los esclavos
Mientras recuerdan sus tierras
Y comen como animales en un rebaño
Lo que su amo les da en pago.

Cromwell fue ese ser despiadado
que necesitó Inglaterra en el siglo XVII
Para maltratar a un pueblo
Y vender s sus ciudadanos como esclavos
Al mejor postor
Y en caso de ofrecer resistencia asirlos
Allí donde hubiera buen árbol
de las piernas boca abajo

Unos gritos en un paramo
Y unas madres que lloran
Su desamparo
Al tiempo que un navío
Bien ataviado de grilletes 
Y catres de dura madera de castaño
Se prepara para poner rumbo
Hacia donde un pirata inglés
Con catalejo en la mano
Y pierna de podrido palo
Tiene negocios esclavistas
Con honorables hacendados

Autor: José Vte Navarro Rubio

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...