lunes, 2 de diciembre de 2013
POESÍA: DE UN OTOÑO EN PINAREJO
Me dormí en la casa
en la cual aprendí a andar
y a ser hombre en la vida
y lo hice
al tiempo que el día
se despedía
y la noche entraba a hurtadillas
por entre las rendijas de las ventanas y puertas
casi pidiendo perdón
mientras buscaba a sus amigos y amigas
de otros días.
El pueblo con su monotonía
se había acostumbrado a servirse de la noche
como si esta fuera fuente de vida
y en ella
las personas pudieran volver a nacer
en esos sueños
que llevan a momentos y lugares de los cuales sabemos que existen en nuestro interior más profundo.
No lejos desde La Plaza de Pinarejo,
aquella de verbenas, fiestas y cantares
en su casino,
me llegaban palabras que no entendía
a esas horas en que las puertas se cierran
y las pisadas sobre el suelo se alejan sin más despedidas que el silencio más absoluto.
Creía,
en la noche
desposeída de vendas y otro tipo de artilugios,
estar en otros momentos
y sentí la caricia
de no se que manos delicadas
envolver mi cara.
¿Sería llegué a pensar.....entre sueños?
y me dormí
hasta que el día me trajo
los trajines consabidos
y en la calle alguien gritó: ¡Buenos días!.
Abrí la puerta
y los de siempre
cada vez menos
me preguntaron:
¿Has venido sólo?
Sólo se que dije: Sí
como quien se siente mortalmente atraído por su destino
y me volví a lo mío
al tiempo que el albañil se desgañitaba pidiendo agua y masa de arena y cemento por metros cúbicos.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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