Y tu que sabes de lo mío
si llegaste ayer medio borracho,
si solo tuviste tiempo
para vomitar sobre la pila
mirarte la ebriedad sobre un espejo,
sacar la lengua
y ponerte a lazar ronquidos como si fueras una maquina para ello programada.
Yo que te esperaba
y anduve
largas horas de la madrugada
esperando que llegara mi Dios
para irme a la cama.
Y llegaste tu
tan serio y con mala cara,
dando bandazos e intentando meter la llave en la puerta de otra casa.
Y tú te quedaste
como una estatua de bronce
fija tu mirada
sobre el escote y finas bragas
de la mujer que te miraba
como el Dios que fuiste y el Dios que me falta.
Y en cama te tape
y en la cama te cubrí con una manta
y en lo que pude te acompañé
sola con la mirada,
hasta allí donde creí que tus sueños vagaban
por barras de bares, por cantinas de jugadores infectadas,
por bulevares nocturnos
y de mañana
calle sin más sabores que el hojaldre
y sin más relleno
que el humo que escapa
de los tubos de escape de los coches que acampan por las calles repletas de telas de arañas.
Y ya dormida soñé
con otros días
y con aquellas otras mañanas
y en ellas encontré
un discurso lleno de diferentes palabras,
las que ahora me faltan.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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