Tengo que decir que esta fotografía me encanta porque viene a recoger las esencias de ese "yo" tan particular que tenemos los manchegos y que hace referencia, entre otras cosas, al amor por lo antiguo y por aquello que aun no siendo nuestro, lo queremos colgar de nuestra memoria como si fuera un usufructo particular que no se puede legar y que se irá con nuestro cuerpo a la sepultura. Todos los pinarejeros sabemos donde está la casa, al lado de un lateral de la iglesia, y como esta ocupa una gran manzana que se abre en uno de sus laterales a la calle del Tesillo, presentando ese lienzo de pared pequeñas troneras y ventanillas de madera encaladas.
Que decir de este portalón al que solo la cal y nuestro buen paisano Martín, tantos años de mayoral de la casa, salvaron de la desaparición. Y digo que la salvaron, por algo muy concreto, porque este nombre vivió en la casa durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX y fue gracias a ello a lo que se debe el que se mantenga la casa casi intacta y tal como fue concebida en su momento ¿no sabremos lo que ocurrirá el día que se venda casas y tierras? ¿Dios quiera que alguien con tino sepa conservarla?
Vamos a lo nuestro. Como ya he dicho la cal que tapa hasta el escudo que se ofrece en el dintel de la puerta, es la que ha hecho las veces de protectora de casi todo el conjunto de la casa, por lo menos de lo que se ve desde fuera. El resto dintel y pilastras con adornos continúan en el lugar donde han estado durante toda la vida. Esta casa esconde muchos misterios de la época en que fue cuartel de la guardia civil. De ahí que la casa en vez de abrirse hacia afuera se cierre como no queriendo sacar a la luz del día sus vergüenzas. Un tío mio recibió una buena paliza, en los años 40, por un comentario que hizo y que a alguien del pueblo no le gustó. Y en esta misma casa tenían que ir a rendir culto “al hermano palo” los gitanos que pasaban por el pueblo y tenían la ocurrencia de acampar. Saben que en este sentido la ley era muy estricta y no permitía que esta minoría étnica pudiera afincarse más de un determinado tiempo en un lugar, de ahí ese nomadismo a veces incomprendido pero real. Luego el cuartel pasó a Santa Maria del Campo Rus. Bueno de estos y otros asuntos relacionados con el tema ya hablaré con tranquilidad. Mi padre me ha contado dos o tres historias buenas que demuestran que no todo es de color rosa. ¿Saben ustedes que tirarse una pedorreta valía 10 pesetas de las de los años 40? Más que vale hoy un frasco de perfume de Paris.
Volviendo al tema de la casa tengo entendido que antes de que fuera cuartel de la guardia civil vivió allí un tal “Perucho” y que luego perteneció a D. Jesús Olmedilla, sobresante de obras publicas con nombramiento en el año 1918. Hermanos/as de Jesús Olmedilla fueron Miguel, Visitación, Leandra, Humberta y Teresa.
Para terminar y como reflexión me encanta la fotografía y sus detalles. ¿ Por favor hagamos algo con lo poco que nos queda de patrimonio?
Es la cerrada ventana
la que nos lleva
de esta vida a otras vidas
en que la casa estaba habitada
y en sus corrales se oía
el transitar de los mozos
por las cuadras y corrales
y las voces de los pastores
cuando hacia el campo salían.
José Vte. Navarro Rubio
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