Crecer a la vera de esos caminos que llevan
hacia confines conocidos
allí donde la existencia del ser humano
forma parte de la propia naturaleza,
allí donde tus padres dejaron el sudor
junto a un ribazo,
allí donde nos espera el murmullo de viento
para decirnos desde las ramas de los árboles
lo granado que están los trigos
o lo malas que serán las cosechas este año.
Vivir a la espera de ese momento
en que poder ser lo que ya fuímos en otros días
y comprobar que el tiempo ya ha pasado
y que solo quedan fuerzas
para pensar y añorar con tristezas
lo bueno y malo de aquellos otros tiempos
y lo fácil que resultaba ser felices con tan poco.
Ver pasar los días unos tras otros
junto a una atalaya llena de árboles caducos,
junto a un río de aguas mansas
que avisa en medio de grandes suspiros
lo efímera que fue su existencia
allí en la montaña,
allí en el llano,
allí en el desfiladero
y estar poseído en todo momento
por la ingravidez de un segundo eterno.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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