Pasó a la historia como uno de los mayores errores judiciales. Fue
utilizado por la prensa de la época para cuestionar el sistema judicial, el
jurado popular y los métodos de la Guardia Civil. Acabó siendo conocido como 'El
crimen de Cuenca', un asesinato sin muerto del que ahora se cumplen cien años y
que Pilar Miró trasladó a la gran pantalla en 1979 en una película del mismo
nombre que generó igual polémica.
El 21 de agosto de 1910 las vidas del mayoral León Sánchez Gascón y
del guarda Gregorio Valero Contreras se torcieron. Su compañero José María
Grimaldos López, de 28 años de edad, conocido como 'El Cepa' y pastor en la
misma finca donde trabajaban, desapareció sin dejar rastro entre los pueblos
conquenses de Tresjuncos y Osa de la Vega. Su apodo obedecía a un doble motivo:
apenas medía metro y medio de estatura y su inteligencia era igualmente corta.
Su familia enseguida sospechó de León y Gregorio, que tanto hacían sufrir al
pobre de 'El Cepa' por mofarse continuamente de él, quienes presuntamente le
habrían asesinado para apropiarse del dinero procedente de la venta de unas
ovejas.
La denuncia acabó siendo archivada por falta de pruebas hasta que
en 1913 llegó al Juzgado de Belmonte (Cuenca) el juez Emilio de Isasa, que
reabrió el caso y ordenó la detención de León y Gregorio. Su deseo de impartir
justicia con mano dura aclarando el 'crimen de la Osa' del que hablaban los
vecinos de la comarca y, de paso, hacer méritos, convirtió la vida del mayoral y
el guarda en una pesadilla. Los brutales interrogatorios de la Guardia Civil
-uñas arrancadas, palizas y comidas sin agua a base de bacalao sin desalar-
hicieron el resto: acabaron confesando el asesinato y posterior
descuartizamiento de 'El Cepa' para robarle los 25 duros de la venta de las
ovejas. En el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Cuenca el jurado
popular expresó un veredicto de culpabilidad tras media hora de deliberación y
el juez los condenó a 18 años de cárcel. León acabó en la prisión de Cartagena y
Gregorio en la de Valencia. Su defensa se dio por satisfecha, pues se habían
librado del garrote vil.
En el verano de 1925, cuando habían cumplido doce años y dos meses
de condena, un indulto los dejó libres. Al regresar a su pueblo sus familias
estaban convencidas de que eran asesinos, sus vecinos les negaban el trabajo y
entre ellos se retiraron el saludo al sospechar que uno había delatado al otro.
Un calvario que acabó un año después, cuando el cura de Tresjuncos recibió una
carta del párroco de Mira, pueblo situado al otro extremo de la provincia, en la
que solicitaba la partida bautismal de José María Grimaldos porque 'El Cepa' se
casaba. El cura trató de ocultar la noticia durante meses por temor a un
escándalo pero las frecuentes visitas de 'El Cepa' a Tresjuncos, inquieto por no
saber nada de su partida de bautismo -muchos afirmaron haber visto a un
fantasma-, precipitó los acontecimientos.
El Ministerio de Gracia y Justicia ordenó revisar la causa y el
Tribunal Supremo declaró nula la sentencia además de ordenar concederles una
indemnización a los que la justicia había culpabilizado. Restablecida su
inocencia, León Sánchez y Gregorio Valero nunca fueron los mismos que aquel
fatídico día de agosto de 1910. Los dos acabaron sus días en Madrid, empleados
por el Ayuntamiento como guardas del Parque del Oeste.
El barrunto
'El crimen de Cuenca' suscitó todo tipo de preguntas: ¿Llegó a
saber 'El Cepa' que dos hombres estaban encarcelados por su presunta muerte?
¿Jamás escuchó las coplas populares que hablaban de él? ¿Su familia daba de
comer a un fantasma cuando visitaba Tresjuncos? El miedo a ser castigado si
declaraba estar vivo o una secreta venganza hacia quienes tanto se burlaron de
él podría ser la explicación. Lo único que quedó claro es que 'El Cepa'
desapareció el 21 de agosto de 1910 porque, según él mismo declaró tras su
resurrección inesperada, "me dio un barrunto y me marché" a tomar los baños
medicinales a la cercana finca de La Celadilla.
Resuelto el caso, el cura de Tresjuncos apareció ahogado en una
tinaja de vino y el juez Isasa murió poco después en su casa de Sevilla por una
angina de pecho, según la versión oficial. El pueblo siempre prefirió hablar de
suicidios en ambas muertes.
Mirad que crimen más feo
en la Provincia de Cuenca
cometieron dos ladrones
a eso de las ocho y media
cuando el pastorcejo iba
a mudar a su caseta
le agarran los asesinos
y le cortan las orejas
lo pinchan con un cuchillo
le atraviesan un costado
como al señor Jesucristo
Lo cortan en cien pedazos
lo sierran en veinte partes
entre hachazos y mazazos
este trabajo les lleva
desde un domingo hasta un martes
hambriento para este caso
allí gruñe un cerdo atado
los crueles matadores
las morcillas le han echado.
Ahora en la cárcel se pudren
los perversos criminales
en Cartagena y Valencia
donde si entras ya no sales
porque se dice que son
de España malos penales
…mirad que crimen tan feo
en la Provincia de Cuenca.
Una nueva copla titulada
“el drama de Grimaldos” sustituía
a la tan famosa de “el Crimen de
Cuenca”:
La voz del Derecho, el alfa y omega
de las sociedades haciendo
el desmonte
de normas arcaicas de las que
se anega,
como en un mar muerto, la nao
Caronte.
Drama de Grimaldos, tragedia
de Osa,
Themis ha querido que fuerais
señera
de sus nuevos rumbos por rutas
gloriosas.
Drama de Tresjuncos, hueles
a montaña,
analfabetismo marcó tu cimera.
Por ti, la Justicia se erguirá en
España.
Otra versión es la de Luis Esteso y Lopez de Haro, aunque esta tuvo que ver con otro crimen cometido con anterioridad en otra población de Cuenca. El 8 de marzo de 1893, tuvo lugar en Albalate de las Nogueras, un
pueblo de La Alcarria conquense, un sangriento crimen que conmocionó al país
y que dio origen a un dicho o frase que ha perseguido a los naturales de Cuenca
durante mucho tiempo al referirse a ella como “La provincia del crimen”, y
que el tiempo y la sucesión de otros hechos tan graves y trágicos como los que
allí ocurrieron han desvanecido.
La fama del suceso, que aún siendo
truculento no era sino uno más de los casos que periódicamente se producían en
España, se acrecentó por las circunstancias y "anécdotas" macabras que
adornaron el drama y que le dieron el morbo suficiente para formar parte
del repertorio de las exageradas y poco fidedignas, “Coplas de ciego” de
la época.
Padres los que tengáis hijos,
hijos que tengáis parientas,
parientas que tengáis primos,
y primos que tengáis suegras.
Mirad que crimen más feo
En la provincia de Cuenca
cometieron tres ladrones
a eso de las doce y media.
Con un hacha, tres pistolas,
dos sables y una escopeta,
saltaron por una tapia
lo mismito que tres fieras.
Encuentran por fin al amo;
lo sacan en camiseta,
y en el corral, con el hacha,
le cortan brazos y piernas.
Buscaron a la criada,
y debajo de la artesa
la encuentran con el criado,
que estaba acostao con ella.
Y entonces el más canalla,
sacando un arma tremenda,
se tira sobre la chica,
que era andaluza y soltera.
Los otros dos asesinos
con el criado se enredan,
y el más viejo por delante
y el más joven a la inversa,
lo pusieron de pinchazos
lo mismito que una breva.
Y no contentos con esto,
lo cogen de la cabeza,
y al tenérsela en las manos,
se la cascan con dos piedras.
Muerto el amo, muerto el mozo
y la joven medio muerta,
los asesinos sacaron
morcillas de la despensa
y las frieron con vino,
y después con las tijeras,
destrozaron una sábana;
se llevaron dos pesetas …
Y a un santo Cristo de barro
le dicen cosas muy feas,
y el santo Cristo se calla
pa descubrir la tragedia.
¿Quién quiere, por cinco céntimos,
tomar la parte primera?
Ahora, en la segunda parte,
damos del suceso cuenta,
donde se ve que el que mata,
asesina, roba o quema,
muere a manos del verdugo,
como murió Luis Candelas,
como murió Juan Palomo
y otros mil de su ralea.
¿Quién quiere, por cinco céntimos,
tomar la parte primera?
Padres los que tengáis hijos,
hijos que tengáis parientas,
mirad qué crimen más feo
en la provincia de Cuenca
cometieron tres ladrones
a eso de las doce y media.
Como no podía faltar yo les dejo una copla de mi cosecha:
Cuenca tierras de señoríos al final pudo descansar
de esa cantinela injusta
que alguien vino a cantar
de plaza en plaza y de bar en bar
como si Cuenca fuera la capital del crimen organizado
en vez de un lugar
de gentes honradas que se levantan al alba para trabajar
y volvían a casa para cenar y descansar.
Crímenes como el de Cuenca
aunque vinieron a pasar
fueron una injusticia total
y una burla que la justicia tardó en aclarar.
Coplas la hubo
y causaron tanto o más mal
que una tormenta de pedrisco en época de cosechar,
por eso y por otras cosas
no me gusta recordar
aquello de eres de Cuenca
lugar donde vinieron a apresar
a unos inocentes que del crimen no sabían "na"
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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