I
Otra vez viene,
es él con su claror
el que nos trae
sin saberlo, sólo así,
desde siempre,
el despertar.
Nos llega poco a poco
como quien no quiere venir
y lo hace de forma mecánica
dentro de esa sintonía perfecta
que mueve al mundo y al universo
desde un momento
al cual llamamos principio.
En este silencio,
a pinares muertos,
es en el que me despierto
y sentado en la cama pienso
en lo que me puede traer el nuevo día.
II
Hoy me han contado
con una especial melancolía
que en las zonas quemadas
por este devastador
y asesino fuego
de El Oro y Dos Aguas
aparecen muertos
en las zonas montañosas
todo tipo de animales
que en sus abocadas huidas
terminaron por morir de forma conjunta,
apilados y casi abrazados,
cuerpos contra cuerpos
como si en el último segundo de su vida
hubieran intentado protegerse
allí donde la muerte les sobrevino
y allí donde han parecido sus cuerpos
totalmente carbonizados.
III
Un extraño pájaro de metal
cruza el firmamento
y desaparece entre nubes de cenizas.
Va al encuentro del corazón del fuego
para arrojar su pesada carga de agua
y volver
remontando los ponientes
de fuego, humo y materia quemada
al pantano de aguas mansas
para volver a cargar su cesta de agua
con que intentar apagar esos fuegos
que generan los montes valencianos.
Es su misión,
loable misión
la de estos hombres
que se juegan la vida,
vivir pendientes de un hilo,
de una chispa
y en el peor de los casos
morir cumpliendo una misión
que no tiene precio ni medida.
IV
Un pequeño jabato corre,
se esconde, gime
entre la naturaleza muerta
y restos de un monte
con especies vegetales
convertidas en madera quemada
y cenizas
y el jabato sobrevive
y es recogido por un grupo de forestales
que lo trasladan a un lugar seguro
lejos de su hábitat y familia.
l
Cuantas vidas perdidas,
cuanto pavor,
cuantas huidas,
cuanta falta de conciencia la del ser humano
y cuanta desidia la de las administraciones
por consentir con sus políticas pasivas
que todo esto ocurra.
V
Luz, luz,
buscan los animales en su huida la luz.
Terror, muerte y desespero,
corren, galopan y vuelan los animales
de un paraíso que arde
y van al encuentro de lugares seguros
y en su huida desorientados mueren.
Animales de todas las clases
encuentran en las tierras quemadas
sus tumbas,
junto a un árbol,
en el recodo de un camino,
allí donde un día pastaron y comieron,
allí donde vieron nacer a sus crías,
allí donde los rayos de luz les indicaban
que en aquellos lugares limpios
podían vivir seguros
de no ser por el infortunio, insensatez
y arbitrariedades
de aquellos que se llaman asimismo políticos
VI
No puede ser me dije,
no me lo creía,
apenas hacia un mes
que había estado por aquellos lugares
y había disfrutado
viendo esos paisajes encantadores
los cuales ya no podré disfrutar.
Sólo un mes
ha hecho falta
para que un paraíso terrenal
desaparezca, sucumba,
víctima de la desidia
y de la dejadez del ser humano
VII
Ahora todos quieren volcarse
y salir en la fotografía
e intentar que su corona de flores
sea la más hermosa y florida.
Yo daré,
yo le aseguro,
yo más que aquel,
nosotros,
ellos
y ninguno. Vil todo mentiras.
No se si con más recursos humanos,
económicos,
planificación
y compostura, gallardía y hombría
el desastre hubiera ocurrido
y ahora tendríamos las montañas peladas
como la faz de la luna.
Estoy seguro que no se ha actuado bien,
que la confianza mata
y que en este caso
algo diferente hubiera sucedido
si algunos estuvieran convencidos
de que su único trabajo es
vigilar y preocuparse
porque los montes y montañas
sean algo más que lugares
donde sacarse una fotografía.
VIII
Haber sido Dios
para apagar el incendio,
Dios descendido del cielo
para socorrer,
no un Dios temido
y elevado a la categoría de divino.
Haber sido Dios
para devolver vidas,
para remediar el mal producido
y no para ser un espíritu
cada vez más encerrado en si mismo.
El Dios que me venden
a veces se olvida
de cual es su papel,
es un Dios que no está al día
de lo que pasa en el mundo
porque lo tienen distraído.
Si no hubiera soplado el viento.
Si el monte hubiera estado limpio.
Si creyéramos en todo aquellos que está escrito.
Si fuéramos civilizados.
Si Dios hubiera estado en su sitio
el desastre no hubiera ocurrido.
IX
Cierro los ojos
y la negror me lleva
hacia unos espacios
hasta hacde unas semanas
llenos de vida
y veo allí en Dos Aguas
una naturaleza viva
que brota por todas las partes
y el rumor a unas aguas eternas
que nacen junta a la carretera
y todo esto me hace estar más vivo
mientras se distinguen en la lejanía
unas cabras montesas
junto a un cortado
como si fueran un cartel indicativo
de las bondades de estas tierras
y todo denota una cierta tranquilidad
como si estuviera
en otra parte del mundo
y vuelvo ahora, el incendio ya pasado
a esos espacios de tragedia
y me siento cautivo
de una tremenda melancolía
al contemplar Dos Aguas convertido
en una tremenda chimenea
a través de cuyo tiro
han salido a esos espacios
toda la vida que este lugar encerraba
de una forma desafortunada y cruel
como la de aquel patriarca Abraham
a quien Dios sometió a una difícil prueba.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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