Si con Neruda fuera rima de su poesía,
vocal, consonante o tilde
colocada sobre cualquier palabra
con grave presencia,
con Neruda hubiera vivido epopeyas,
visitando países, deleitándome
de la presencias de hechos históricos,
de escritores, políticos y poetas
ya de leyenda.
Si con Neruda la poesía es belleza,
dogma , fe. filosofía, amor e historia
que nos sirve para conocer de la vida
y de otras época,
si con él
la poesía es todo menos opulencia
yo me quedo con su poesía
la de todas las épocas,
ya sea de cualquier tipo de guerra,
de batallas con muertos en las trincheras,
de Troyas ardiendo,
de alamedas en forma de mujeres tejiendo
corazones en hojas secas,
me quedo con todas ellas,
las que hablan de amor,
las que son un cántico al hombre que lucha por su tierra,
las de Chile que me hielan,
las de América de extrema belleza.
Me quedo con sus cánticos de amor,
y con el conocimiento de esa parte de España
de la cual sabemos lo que él nos cuenta
con amor, franqueza y patriotismo
hacia una Républica de la que él se siente su poeta.
Me quedo con la poesía de Neruda
porque de ella todavía se destilan,
al igual que si fueran cubas de bodega,
néctar de vino tinto de esas cosechas
que los vinateros de mi tierra
laborean con todo el amor del mundo
como si cada grano de uva y cada gota de vino fueran
sangre del pueblo y cuerpo de soldados
a los que ofrecer su último manjar
antes de morir defendiendo a su tierra
en una honda trinchera
sin más lecturas que unas cartas
que hablan de una vuelta
a un País, el suyo, el nuestro, de miles de banderas,
por el que todos luchan
y todos reniegan
mientras sus venas se se secan,
y las calles de los pueblos se convierten
en ríos de lágrimas y en suspiros de espera.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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