y la la luz ya entrando
por las rendijas de la persiana de mi cuarto
me he levantado
y sin echarle nada al cuerpo, comida,
me he ido a pasear
camino de un faro
por ser desde siempre este artilugio, ojo de aguila en su guarida,
como un bálsamo
para quienes navegan por los mares
y se ven por las tormentas amenazados y a la deriva.
He visto la playa ¡que hermosura!
levantada a palmo a palmo
por una potente maquina que peina la arena llena de algas y conchas marinas
para dejarla preparada para los comienzos del nuevo día.
He disfrutado recordando las dulzuras
de este mar tan domesticado
por los que tienden las hamacas
y se sienten los amos
de todo aquello que abarcan con sus pies y sus manos ¡invasión segura!
Y por fin
de vuelta entre coches mal aparcados
y gritos de en diferentes lenguas y culturas
me he llegado
hasta el apartamento para disfrutar de un buen baño de esos que quitan las penas de abajo hacia arriba.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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