Doncel de Sigüenza
vente conmigo,
sal del sarcófago ese labrado con escoplo y martillo
que solo invita a llorar y derramar gota a gota cera de los cirios
y vente
tu que desde siempre te empeñaste en ser
buen hijo y lector de libros.
Vente a ver
aunque solo sea ver por esos ojos por el llanto comidos
lo mal que está el mundo
y lo fácil que es,
tú también lo verás así amigo,
por ser doncel en ello entendido,
cambiar el mundo
con poco que se ponga en la balanza que mide la nobleza de espíritu.
Y ahora que esto se acaba
y después de ese recorrido
por Sigüenza solo tomada por buenos amigos
dejo la catedral y su fortaleza
y me encamino
hacia una de sus plazas sin picota expuesta al público
para beber un buen vaso de vino
a ser posible tinto
no fuera el caso que el blanco doblara mi entendimiento y confundiera
al igual que hizo Don Quijote con aquel molino,
al tabernero con un bandido y a la taberna con una casa de vicios.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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