XIV
Me despido entre recuerdos
de todo aquello que vi
y de lo que no viendo
presiento tan cerca que duermo con ello.
Sumergido en la lectura
de un libro venido a nacer entre brotes de calma
en mitad de un agosto de veraneo
dejo Tanger entre las páginas de un diario que guardo
en la caja fuerte de mis recuerdos
y me voy de paseo
por esta Cullera de cuerpo entero
con su montaña, río mar y embarcadero
donde los días pasan lentos
a ritmo de descanso y de centrar el pensamiento
solo en que el mes de agosto acabe con buen tiempo.
Nada cambia en estos lugares
donde la crisis suena a cuento
y aunque en Tanger los días eran azules y blancos dependiendo de la corriente del Golfo y de los vientos
aquí en Cullera
ya subiendo en pos de un castillo
rehecho, casi nuevo,
vuelvo a ser el de siempre con barba de dos días y canoso el pelo.
Cullera a mis pies
con su paseo convertido en zoco donde se compra desde un abanico a un reloj del tiempo.
Cullera y Tanger
juntos como si estos dos pueblos
lejanos en distancia y cercanos en mi entendimiento
fueran algo más que unos lugares donde veranear sin más que decir por el momento.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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