Dijo Dios hagamos la luz
y pensó algún espabilado:
negocio asegurado.
Desde aquel día en que el cielo se abrió
y como si fueran rayos
la luz bajo hasta los lugares de la tierra más alejados
siempre hubo
algún mortal cavilando
como privatizar aquello que era tan necesario
para el ser humano.
Las hogueras, teas, carburos, gas y filamentos dorados
desde siempre han supuesto un gran progreso
para las civilizaciones que inventaron
esas fuentes caloríficas con las cuales el futuro estaba asegurado.
En España, país de ladrones y desarmados,
no solo se piensa
sino que los hay muy taimados
que se llevan para ellos y quienes les cantan como si fueran gallos
parte de la economía de los pobres ciudadanos.
Con pantanos o sin pantanos, con centrales o con molinos de esos que parecen pararrayos
cada vez somos más pobres
por mucho que protestemos a esos perversos políticos
en manos
de esas compañías eléctricas en las que todos ellos terminan trabajando.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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