Salta el agua sobre la acequia,
es espuma que al caer produce energía.
Brota y salta y corre
a lo largo de un cajón de cemento
cubierto de maleza tan tupida
que de dentro del cañal
se oye como si fueran murmullos de aves disfrutando de esta tarde tan cálida y sentida.
Ya el perro sobre el agua
con la única meta de nadar hasta allí donde le lleva un palo que sobre el agua nada a la suya
yo le sigo
hasta que todo termina
cuando ya cansado el animal
me ladra y pide
que le saque de aquella trampa tan punitiva
que sin mi el perro sería un ahogado a poco que le dejara tirado y me fuera de allí a la mía.
En la tarde se oyen risas
de niños que llegan hasta esta acequia madre
para tirarse al agua y librarse de los calores que aprietan y muerden en las pantorrillas.
Son aguas cautivas,
apresadas en "los altos" de las sierras
y traídas hasta estas llanuras
para ser alimento de la tierra y almohadas mullidas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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