martes, 30 de septiembre de 2014

POESÍA: EN HARLEM AÚLLAN LOS PERROS



No hay un origen, ni un deseo,
ni nada parecido
a un torpedo
en la linea de flotación de un barco ballenero.

Estos son versos puros
tan llenos de contenidos sinceros
que "la música gospel
se abraza al cuerpo del cielo".

Sospechaba, 
quien de ello
jamás ha lanzado un juramento,
que en Harlem hay muchos negros
esperando el día
de pasar factura a los blancos que les tratan como a perros.

Hamilton Terrace
paseó su ingenio y cuerpo
por una España en guerra
a la cual se dedicó de pleno
sirviendo en las filas republicanas
y recibiendo en su patria la cancelación de sus conciertos.

La patria que todo lo quiere,
esa que suena a libertades que huelen a queso viejo
tiene más agujeros
que un colador de acero.

"el viento sobre Lincoln"
me sabe a mí
a algo de despecho
por aquello que se prometió a los pobres esclavos negros
y por lo cierto que resulta el refranero
cuando dice:
"cambiarás de molinero pero no de ladrón". 

Autor: José Vicente Navarro Rubio

EL VIENTO SOBRE LINCOLN
A veces el viento del Sur resbala
sobre la sepultura de Lincoln trayendo
voces y briznas de ciudades y árboles
nada pasa en su tumba las letras no se mueven
el mármol se suaviza con lentitud de siglos
el viejo caballero ya no vive
no existe el agujero de su antigua camisa
se han mezclado las fibras de tiempo y polvo humano
qué vida tan cumplida dice una temblorosa
Señora de Virginia una escuela que canta
más de una escuela canta pensando en otras cosas
pero el viento del Sur la emanación de tierras
de caminos a veces se detiene en la tumba
su transparencia es un periódico moderno
vienen sordos rencores lamentos como aquéllos
el sueño inmóvil vencedor yacía
bajo los pies llenos de lodo que pasaron
cantando y arrastrando tanta fatiga y sangre
pues bien esta mañana vuelve al mármol el odio
el odio del Sur blanco hacia el viejo dormido
en las iglesias los negros están solos con Dios
con Dios según lo creen en las plazas
en los trenes el mundo tiene ciertos letreros
que dividen el cielo el agua el aire
qué vida tan perfecta dice la delicada
señorita y en Georgia matan a palos
cada semana a un joven negro
mientras Paul Robeson canta como la tierra
como el comienzo del mar y de la vida
canta sobre la crueldad y los avisos
de coca-cola canta para hermanos
de mundo a mundo entre los castigos
canta para los nuevos hijos para
que el hombre oiga y detenga su látigo
la mano cruel la mano que Lincoln abatiera
la mano que resurge como una blanca víbora
el viento pasa el viento sobre la tumba trae
conversaciones restos de juramentos algo
que llora sobre el mármol como una lluvia fina
de antiguos de olvidados dolores insepultos
el Klan mató a un bárbaro persiguiéndolo
colgando al pobre negro que aullaba quemándolo
vivo y agujereado por los tiros
bajo sus capuchones los prósperos rotarios
no saben así creen que sólo son verdugos
cobardes carniceros detritus del dinero
con la cruz de Caín regresan
a lavarse las manos a rezar el domingo
telefonean al Senado contando sus hazañas
de esto no sabe nada el muerto de Illinois
porque el viento de hoy habla un lenguaje
de esclavitud de furia de cadena
y a través de las losas el hombre ya no existe
es un desmenuzado polvillo de victoria
de victoria arrasada después de triunfo muerto
no sólo la camisa del hombre se ha gastado
no sólo el agujero de la muerte nos mata
sino la primavera repetida el transcurso
que roe al vencedor con su canto cobarde
muere el valor de ayer se derraman de nuevo
las furiosas banderas del malvado
alguien canta junto al monumento es un coro
de niñas escolares voces ácidas
que suben sin tocar el polvo externo
que pasan sin bajar al leñador dormido
a la victoria muerta bajo las reverencias
mientras el burlón y viajero viento del Sur sonríe.

de Pablo Neruda, en Canto General






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