lunes, 22 de septiembre de 2014
POESÍA: PARA CUANDO LA LLUVIA SOBRE VALENCIA HOY CAÍA
La lluvia nos ha traído una cierta alegría
como si el otoño fuera la puerta que se abre a un nuevo día.
Ha caído el agua en cascadas abiertas
a través de las heridas del espacio y también caía
desde las cornisas, azoteas y tejados de arcilla cocida y de uralita.
La ciudad sedienta no se creía lo que se le venía encima,
pues llevaba tiempo a la espera de esas lagrimas vivas
que desde el suelo suelen llegar para regar los campos fértiles de nuestras vidas.
Mi índole comulga con el agua
y lo hace cuando el tiempo me permite remontarme a sus fuentes antiguas
y contemplo sin más ayuda que mi corazón como ojos y pluma
aquellos momentos de una existencia pacífica
en que los hombres llegaban a las casas
con la garganta convertida en un duro terrón de arcilla,
y con la tierra pegada a los labios por los que transitaban palabras implorando caridad divina.
No quiero más palabras para estos minutos de floreciente orquesta matutina
que la música y el susurro contenido que a través de los cristales de una oficina se oían
mientras las nuevas tecnologías se venían abajo
y el telón del gran teatro de la vida se alzaba de forma gratuita.
¡Quizás me dejé llevar!. ¡Quizás me dormí mientras casi encima de mí me llovía!.
Buena es la lluvia y es bien recibida
para colmar anhelos y para que todos vean con sus ojos como es tan bien recibida
que los árboles y plantas de los jardines la reciben con alegría.
Quizás eres tu lluvia el halo alegre que se descuelga del columpio que le sirve de silla
o quizás simplemente seas un conjunto de factores que culmina
en una formula química. Todo cabe en el reino de la fantasía
y si por ella nos dejamos llevar y si en ella fijamos nuestra vista
la vida que vivimos será mucho más vida.
Entreabro el gran cesto donde yacen todos nuestros momentos
y encuentro entre gran cantidad de piras las impávidas cenizas
que algún día fueron algo más que materia gris sin sabor a vida.
Solitario, cerca de un cristal que trasmite el furor de los dioses de la lluvia
escucho un parloteo y unas risas. ¡Es la lluvia!,
canción de los pobres que cuando finaliza nos devuelve a los leones de la vida.
Algo nos incita a ver la mañana tan distinta que nadie diría,
que somos los mismos de ayer
por mucho que le bajemos la voz a la música.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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