sábado, 27 de septiembre de 2014
POESÍA: TENÍA LA NOCHE UNA RENDIJA
Ha sido el mugido del árbol matado por la oruga
el que me ha hecho despertar y mirar hacia esa alameda de años caducos
que se quedan detrás de mi vida.
El tronco trepanado, las hojas convertidas en hebra
y las raíces hundidas. No, no, no huyo
de esa fotografía y de ese instante
en que uno se da cuenta de que en el uso que hizo de su vida
se olvidó de la grandeza que significa
huir de las corrientes que guían hacia la muerte de las aguas de los ríos.
Cantaba la cigala, la alondra se reía, la perdiz clamaba compañía
y el lobo que murió soñando ovejas que no veía
corría detrás de una pista que le llevaba al cepo que convierte los huesos en astillas.
¡Que dulce melodía
la de los días pasados que se guardan como acordes de música!
¡Que dulce que todo resulta!
He pasado como pianista el día
dando a la misma tecla para ver si de ella salía
aquella melodía
que de pequeño me llevaba de puerta en puerta y de gatera en rendija.
Del olvido de quien no olvida están hechas muchas líneas de nuestras vidas.
Tenía la noche una rendija estrecha y profunda
a través de la cual los sueños se iban tras la brisa que se lleva todos los días
las penas y alegrías que en los despertares se esfuman cuando las almas resucitan.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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