Socarrón. El humor manchego es despiadadamente irónico. Ellos prefieren decir retranca, “intención disimulada, oculta”, según la primera definición de la RAE.
Absurdo. Un conquense, José Luis Coll, descubrió lo hilarante que podía ser llenar un vaso de agua. El surrealismo, lo absurdo y la descontextualización son algunos de los ingredientes habituales de los gags de La Mancha.
Apolítico. Tratan de pasar de puntillas por la controversia que genera el debate parlamentario, aunque en casos puntuales se recurra a la imitación de políticos, muchas veces internacionales.
Escatológico. Como en el caso de Almodóvar o de Muchachada Nuí, una ventosidad puede proporcionar un sketch hiperrealista sin llegar a grosero .
Local. La vis cómica de La Mancha aglutina una jerga ligada al ambiente rural, lleno de giros y localismos.
Universal. Enfocan el regionalismo como una metáfora de asuntos que acontecen en todo el planeta.
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