Hasta l'Alcúdia
vino D. Ramón y Cajal a parar
ya conseguido el premio Nobel
y bien ganada su fama de aragonés temperamental.
Sus trabajos le dieron
la mayor fama que se puede alcanzar
en el mundo de la ciencia
a la que él vino a saludar
desde la cima más alta que un ser humano puede alcanzar.
Una calle es poco
una avenida sería más
y nada algo en lo que es mejor no pensar.
Por Don Ramón y Cajal
un tintero se vacía
y falta tinta para acabar
esta poesía del español más genial que uno viene a recordar.
Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio
La encrucijada geográfica de Petilla de Aragón y la rebeldía del barranco de la Rinconera que se cierne sobre este municipio fueron testigos, hace 150 años, del nacimiento de Santiago Ramón y Cajal. Fue un primero de mayo cuando este genio, hijo de los larresanos Justo Ramón Casasús y Antonia Cajal, vio la luz por primera vez, en tierras administrativamente navarras, que figuraron en la biografía de una infancia itinerante por Larrés (1854), Luna (1855), Valpalmas (1856) y Ayerbe (1860).
De carácter travieso y tremendamente activo, Santiago mostró, desde pequeño, aptitud por las artes plásticas. Su inteligencia, sin embargo, no tuvo demasiado reflejo en su vida como estudiante. Eran unos años convulsos, marcados por el destierro de la monarquía y la Primera República, proclamada justo cuando el joven Santiago finalizaba sus estudios de Bachillerato.
UNIVERSIDAD Y COMIENZO DE LA INVESTIGACIÓN (1870-1895)
Cursó la carrera en la capital aragonesa a la que toda su familia se trasladó en 1870. El joven Cajal pareció centrarse un poco en la facultad. Nada más terminar la carrera, es llamado a filas. Sin embargo, pronto se contagió de paludismo y después de disentería. Fue trasladado de un lugar a otro hasta regresar a España en junio del 75 como "inutilizado en campaña", debido a sus enfermedades.
El año 1875 marcó también el inicio del doctorado de Cajal y, del mismo modo, de su vocación científica. Él mismo se costeó su primer microscopio antes de ganar, en el 76, una plaza de practicante en el Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Poco más de un año después, tendría lugar su investidura como doctor en Madrid.
Allí comenzó para Cajal una época de altibajos, un 1878 terrible, marcado por la enfermendad (tuberculosis), y un 1879 exitoso, con la obtención de la plaza de Director de Museos Anatómicos de Zaragoza, por la que cobraba 1.500 pesetas anuales, y su boda con Silveria Fañanás, el 19 de julio, con la que tendría seis hijos.
Trasladado a Valencia en 1883, esta ciudad vivió la primera etapa investigadora del Nobel. Pero la familia volvería a hacer pronto las maletas, con destino a Barcelona. Era 1888, definido por Cajal como "mi año cumbre", en el que describiría la teoría neuronal, el más famoso de sus descubrimientos.
Pero el traslado a la esfera internacional de su eminente figura no llegaría hasta tres años después de que la familia Cajal cambiara de nuevo de residencia para que el Nobel ocupara la cátedra de Histología e Histoquímica Normal y Anatomía Patológica de la Universidad Central de Madrid, en 1892.
ÉXITO MUNDIAL Y NOBEL (1895-1934)
Ese impacto mundial tuvo fecha: 1895. Fue en el congreso de la Sociedad Alemana de Anatomía en Berlín y al que Cajal había acudido como el hermano pobre, con su microscopio, sus preparaciones, pagándose él mismo el viaje y con una convicción, narrada a modo de cita: "Cuando un aragonés se decide a tener paciencia, que le echen alemanes".
Tras su regreso, le siguieron otros tantos triunfos e invitaciones, desde la Medalla Helmhotzel (1905), al Premio Nacional de Moscú (1900), pasando por los nombramientos de doctor honoris causa de las universidades de Clark, Boston y Cambridge en 1899, el mismo año en el que publicó el tercer fascículo de su Textura del sistema nervioso del hombre y los vertebrados, que se completaría en 1900 y 1901. A partir de esta fecha, el Gobierno español crearía también para él el Laboratorio de Investigaciones Biológicas, que dio origen a la escuela española de Neurohistología, uno de los centros científicos más importantes del país.
Su trabajo y su aportación a la neurociencia se verían reconocidos, finalmente, en 1906, con la concesión del Premio Nobel, galardón que compartió con el italiano Golgi, cuyo método de tinción aplicó Cajal durante años. Tras el premio, Cajal aún publicó muchas obras literarias y biográficas y sus Estudios sobre la degeneración regeneración del sistema nervioso. Mientras, se consagró a sus alumnos.
Ellos fueron quienes les acompañaron, por expreso deseo del Nobel, en su último adiós, ocurrido en 1934 , poco después de publicar su conocida obra El mundo visto a los 80 años y dos años después de que su amada Silveria le dejara para siempre
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