Me vengo hasta este retiro
Muro de lamentaciones
en el cual deposito mis buenas intenciones para este día
y noto
la ausencia de algo que la Navidad siempre ha llevado consigo,
no veo trineos, ni colas que no sean otras que las del paro
en esta España
comida a medias por las mentiras
y cosida a las suelas de los zapatos
de quienes todavía transitamos con los ojos abiertos.
¿Quizás para algunos políticos
en sus casas
las Navidades se vivan con árboles repletos de regalos?
¿Quizás el dinero para su compra venga de algún cohecho?
¿?
No hay más dudas
y si lamentaciones,
un poco de terracota del tiempo
me lleva a la época de las grandes pirámides
esas que fueran alzadas para enterrar a faraones
y construidas con brazos de esclavos que no cobraban por ello.
Una cadena de hombres y mujeres
camina
hacia el corazón de una pirámide
donde un concienzudo funcionario
de una Oficina, llamada de empleo, escribe
y pone cuños
a unas cartillas que indican
el día y la hora
en que el esclavo tendrá que volver
para terminar de construir esa pirámide
que debe rendir tributo
a la memoria de algún gobernante que se sabe Dios en el país del hormigón frío.
Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio
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