Nada,
ni un respiro,
ni una leve presencia
de ruido alguno,
solo la luz dormida
del día
se viene hasta allí donde los ojos miran
a la oscuridad inmensa batirse en cruel lucha.
Como se quiera
o tal vez como se diga,
cual uno lo vea,
tal se respira,
la noche camina
entre neveros,
valles, colinas,
barrancos profundos, lagunas,
ríos de todas las clases y medidas,
desiertos, mares, ciudades y villas,
tierras cultivadas y libretas escritas con tintas
de todos los colores que en el arco iris se adivinan.
Se retiran las cortinas
tras las cuales la noche dormita
y surge el día
con su luz polar, en los trópicos pesadilla,
trayendo en su lomo de jaca andaluza
todo aquello que oliendo a rosas se cría
en el corazón radiante de quienes miran
a la luz de la mañana dando a los objetos, personas y demás cantinelas perdidas, vida.
Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio
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