EN la antesala de la muerte, en Las Colonias de Víznar, lugar al que
conducían a los que iban a ser asesinados, se encontraba también un
grupo de masones a quienes se les había 'perdonado' la vida a cambio de
que hicieran de enterradores de los ejecutados y otros trabajos al
servicio de las tropas sublevadas.
Hasta hace no pocos años, los descendientes de aquellos enterradores
sepultados en vida por el régimen franquista guardaron silencio sobre
un pasado vinculado a la masonería y sobre lo ocurrido en relación a
Federico García Lorca. Una muestra titulada 'La maleta de Penón', donde
se exhibían los documentos sobre la investigación del escritor hispano
estadounidense, reveló nuevos datos. Uno de los descendientes de
aquellos masones, los de la familia H. R. , rompió el silencio. Dos
miembros de esta familia, que habían pertenecido a la masonería de la
ciudad de la Alhambra, pudieron escapar del pelotón de ejecución
trabajando como enterradores en Víznar y Alfacar. Allí coincidieron con
Manuel Castilla Blanco, 'Manolo El Comunista' y otros masones, todos
ellos identificados como la Escuadra de Juan Simón, nombre que tomaron
irónicamente de la canción 'La hija de Juan Simón'.
La noche del 18 al 19 de agosto de 1936 supieron que estaban dando
sepultura a Federico García Lorca junto a otras víctimas. Algunos de los
trabajadores de la Escuadra de Juan Simón reconocieron al poeta y
decidieron conservar un distintivo en el cuerpo de Lorca por si alguna
vez podían ser rescatados sus restos.
El testimonio contradice la versión de estos hechos que uno de los
ocho masones que fueron 'destinados' a Víznar, el barbero Antonio
Mendoza Lafuente, dio en 1955 a Agustín Penón y posteriormente, entre
1969 y 1970 a Molina Fajardo. Mendoza Lafuente indicó a los dos
investigadores que el grupo de masones fue trasladado a Víznar un 24 de
agosto y de este modo no podían haber presenciado el asesinato de García
Lorca.
Penón se interesó por las causas de la detención de Mendoza, quien
le contestó: «Ser masón es el mayor delito que se puede cometer en esta
España nuestra».
Enterradores
Cuando en un lejano 4 de agosto de 1936, ya declarada la Guerra
Civil, se denunció que existía un templo masónico en el hotel Reúma,
inmediatamente empezaron a detener a los integrantes de la sociedad. A
diecisiete de ellos los llevaron juntos a la comisaría, donde fueron
recluidos todos en una habitación muy pequeña, hasta el día 24, víspera
de San Luis rey de Francia, en que los trasladaron de lugar. Y a un
grupo formado por ocho de estos masones, entre los que se encontraban
los más jóvenes, se le trasladó a Víznar.
Mendoza refiere el miedo terrible que pasaron en aquel trayecto que
hicieron en coche hasta Víznar creyendo que les iban a fusilar. Al
llegar a Las Colonias les preguntaron que si querían cenar; todos
dijeron que no. Su sorpresa fue al comprobar que no les dejaban en la
sala baja, en donde aguardaban los que iban a ser fusilados, sino que
les subieron a un dormitorio de los que había en el piso alto para que
pasaran la noche, aunque les advirtieron que no debían asomarse a las
ventanas, que ellos dejaron abiertas de par en par, pues fue una
liberación que entrara el aire limpio de la noche después del
hacinamiento que, durante veinte días de calor asfixiante, habían
padecido en el encierro de la comisaría.
A la mañana siguiente, muy temprano, les repartieron los picos,
palas y espuertas para empezar su trabajo. Los prisioneros eran
destinados a construir fortificaciones y arreglar caminos y carreteras.
En aquella misma mañana también supieron que otro de los trabajos que
les estaba reservado a los prisioneros era el de enterradores. Y en el
amanecer de ese día ya cavaron la sepultura de diecisiete fusilados, en
las cercanías del barranco donde empezaban a tener lugar las
ejecuciones. Anteriormente los fusilamientos se habían realizado,
primero en el camino de la Alfaguara y después cerca de Fuente Grande,
en donde mataron a Federico García Lorca.
A los masones que llegaron al 'barranco de la muerte' se les afeitó
la cabeza y se les colocó el mandil masónico como signo infamante.
Aquellas personas fueron: José Rivas Rincón, Manuel Plaza Caro, Antonio
Henares, Antonio Mendoza Lafuente, Francisco Jiménez Bocanegra, José
Lopera Vaquero, Fernando Fernández García y Francisco Moral Galán. De
todos ellos, únicamente este último, Francisco Moral Galán, reclamado
por una denuncia, primero desde su pueblo Güéjar Sierra y meses más
tarde también desde Granada, fue fusilado.
Los otros siete masones siguieron prisioneros en Víznar logrando
sobrevivir. Y se da el caso de que, a mediados de septiembre, el mismo
jefe de la guarnición, José María Nestares, ya había intervenido en su
favor ante el arzobispo Agustín Parrado, mencionando la conducta
ejemplar de estos prisioneros en el terrible trabajo que se les impuso.
El expediente
¿Es cierta la afiliación de Federico García Lorca a la
masonería? Todo apunta a que el poeta estaba afiliado a la logia de la
Alhambra con el nombre de 'Homero', según consta en algunos documentos
de esta sociedad, uno de ellos reproducido en el libro 'Los últimos día
de García Lorca', de Molina Fajardo.
Esta lista, en la que aparece el nombre del poeta, se suma al
expediente de responsabilidades políticas seguido contra García Lorca,
bajo el número 630 de 1940. En unas diligencias abiertas por la
comisaría se confirma la pertenencia del autor de 'Yerma' a la
masonería. Estos documentos han sido puestos en cuestión por los
investigadores, quienes afirman que lo único que se pretendía era
justificar el asesinato.
Lo cierto es que, según el investigador Francisco López Casimiro,
García Lorca mantuvo una estrecha relación con algunos masones, como
Fernando de los Ríos, quién llegó a considerar a Federico «su hijo
espiritual». Otros 'hermanos' amigos de Lorca fueron Francisco Callejón
(íntimo del poeta), José Raya, Constantino Ruiz Carnero, José
Villoslada, Alfredo Daneo y Francisco Callejón. También contó entre sus
amistades con algunos miembros de la logia Alhambra en 1927, Gabriel
Bonilla, Virgilio Castilla, Luis Fajardo, Joaquín García Labella, José
Megías Manzano, José Murciano, Enrique Rodríguez Santos y Francisco Vera
Guglieri. La causa masónica se presenta como una más de las posibles
que llevaron al poeta a su detención y posterior asesinato, pero es una
teoría que se suma a las muchas existentes. Nunca se encontró la
denuncia.
FUENTE:http://cadenaser.com/ser/2015/04/22/album/1429728588_493577.html#1429728588_493577_1429733864
FUENTE: http://logiaginerdelosrios.es/historia-de-la-masoneria/
En 1940 se acusa a García Lorca de haber pertenecido a la masonería,
iniciado en la logia Alhambra con el nombre de Homero, y que aparecía en
la lista requisada en el domicilio de Francisco Moral, secretario de la
logia Ganivet y delegado de la Gran Logia Española. Lorca fue acusado
por la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Granada, aunque ante
la falta de pruebas fidedignas el expediente es sobreseído en 1946.
La
relación de masones mecanografiada en papel timbrado, aunque sin fecha,
firma o sello masónico, incluía a 67 masones, de los que 58 eran
masones granadinos, sólo 9, Lorca entre ellos, sin documentación
fehaciente. No es de extrañar esta acusación contra Lorca ya que
Fernando de los Ríos, masón en aquellos tiempos, pudo haber ejercido una
fuerte influencia en García Lorca, a quien aquel consideraba como su
hijo espiritual. Por otra parte, Lorca es por entonces una persona
fascinada, según López Casimiro, por el esoterismo masónico, el
ceremonial y el ritualismo de la Orden.
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