martes, 28 de julio de 2015

POESÍA: SOBRE JORGE MANRIQUE, SU MUERTE Y COMO SE ENTRÓ EN BATALLA

No hacen falta más palabras,
se oye en una casa
con patio central y grandes cámaras,
pues Don Pedro de Baeza,
capitán cabalga,
y detrás le acompañan
por orden de jerarquía
sus guardaespaldas.

Dice el capitá
a un lugarteniente de afilada espada,
nosotros vamos a por esa camada
de ladrones sin entrañas
que por nuestras tierras avanzan
entres soles y polvo
que a su paso y marcha se levantan.

A mal tiempo buena cara,
dice el lugarteniente
que en el capitán clava su mirada,
y todos los demás callan.
Saben los soldados que siempre algún cadáver queda
sobre los campos de batalla,
sin más historias ni patrañas,
ni por muchos rezos que se hagan
ni por muchos llantos cubriendo el suelo como si fuera escarcha.

En el Castillo una fogata señala
que por el viejo camino
que va hacia la Nava
se ven grandes nubes blancas.
A esto que el capitán entiende
de lo que el humo le habla
y por eso,
no por otra circunstancia,
a las bravas manda
alargar el paso
y dar a las caballerías caña.

Sabe el capitán que la noche
no es buena hermana
ni de los que pierden
ni de los que ganan,
pues siempre se lleva entre sus negras alas
de una parte y de la otra a quien le da la gana.

¡A por todas vamos,!
el capitán exclama!
y desde la fila de soldados de fortuna que para el Marques trabajan,
muy atrás, se oye como una sonata:
"Vamos a la guerra
sin saber cual será la ganancia
que mañana deberíamos disfrutar
si a todo esto se gana"

El capitán sabe
tiene mucha y buena ganada fama
de hombre de palabra,
que más que ganar
algo con que celebrar la hazaña
a buen seguro
que tendrán que rendir cuentas ante  quien les paga.

El Marques no espera
ni le entra por su cabeza de pelo despejada
otra historia que no sea
demostrar sobre los que manda
que en aquellas sus tierras
él es el que tiene la última palabra.

Ya el Castillo lejos
y las fuentes que le dan aguas pasadas
el camino se empina como una pesada cargada
tras la cual habrá batalla
pues ya se oyen a los de la reina
mandar combate antes de que por la espalda
les zurren la badana.

Atento el capitán que sobre la tropa manda
con la espada señala
que saquen armas
y se dispongan por Santa María a combatir
sin bajar nunca la guardia.

Autor de la poesía: Jose Vicente Navarro Rubio

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