jueves, 30 de julio de 2015

SANTA MARÍA DEL CAMPO RUS, CERVANTES Y JORGE MANRIQUE, MUCHA HISTORIA EN ELLA

 Jorge Manrique en el Quijote por José Manuel Ortega Cézar

Día 03/06/2014 - 13.18h

Fuente:www.abc.es 

Santa María del Campo Rus: ¿Será este el lugar del que «no quiero acordarme»?

Santa María del Campo Rus puede ser el famoso lugar del que Cervantes no quiere acordarse, porque en él murió su admirado poeta Jorge Manrique

En la actualidad cualquier lector de El Quijote con medianos conocimientos de la literatura española de los siglos XV y XVI percibirá que la obra de Cervantes es un resumen de la literatura de estos siglos que la han precedido; como ya lo analizaron Rodríguez Marín, Astrana, Martín de Riquer y otros. Más recientemente, dos estudiosos cervantistas, Joaquín González Cuenca y Carlos Romero han llegado a la misma conclusión: todos coinciden en afirmar que en El Quijote concluyen las narrativas ya empleadas con anterioridad: la novela de caballerías, el amor cortés del siglo XV – en particular en la relación de Don Quijote con Dulcinea – la literatura de viajes, la novela pastoril, la poesía del Cancionero: no hay que olvidar que El Cancionero General de Hernando del Castillo fue el sustrato de la lírica del Siglo de Oro; todos lo leían, algo que Lope de Vega reconoció explícitamente.

Esta gran obra de compilación fue editada por primera vez en Valencia en 1511 y en ella aparecen cuarenta y una de las cuarenta y cinco composiciones poéticas de Manrique: las Coplas por la muerte de su padre no aparecen hasta la edición de 1535.

Dentro de la recreación de Cervantes de la literatura de los siglos precedentes no podía faltar Don Jorge: en la parte I Capítulo XIII de El Quijote ya nombra el autor a los manriques como a una de las «más ilustres familias de los venideros siglos».

El alemán Helmuth Hatzfeld en su libro El Quijote como obra de arte del lenguaje dice: «de igual modo se las ha Cervantes con las alusiones a la poesía artística oculta. Las mismas grandiosas Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre no dejan de ser materia para sus intenciones cómicas. Sancho consuela, una vez más, a su derribado amo con las palabras: señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado se vuelven bestias; vuesa merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas de 'Rocinante', y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes». (El Quijote. Segunda parte. Capítulo XI).

Las palabras de Sancho recuerdan y parodian las de Manrique:

Recuerde el alma dormida

Avive el seso y despierte.

«¿Qué se hicieron los cien escudos?» pregunta Sansón Carrasco en el Capítulo IV de la segunda parte de El Quijote. Rodríguez Marín, en su edición anotada, precisa: «Hoy preguntaríamos: ¿qué se han hecho o qué fue de los cien escudos? Pero el Bachiller lo pregunta como preguntaba Jorge Manrique en sus Coplas».



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Antiguo dibujo de Cervantes

Es evidente que Cervantes conocía la poesía de Manrique y probablemente la admiraba. Quiero, ahora, hacer hincapié en esa fuente de inspiración que fue la obra del capitán-poeta para el autor de El Quijote con dos sugerencias inéditas que probablemente han pasado desapercibidas a especialistas y lectores, a cuya opinión las someto ahora:

1ª.- Escribe Cervantes en el Capítulo XXV de su primera parte:

Llegaron en estas pláticas al pié de una alta montaña, que casi como peñon tajado estaba sola entre otras muchas que la rodeaban: corria por su falda un manso arroyuelo...

Dice Jorge Manrique en su Castillo del Amor:

La fortaleza nombrada

está en los altos alcores

de una cuesta,

sobre una peña tajada,

maciça toda de amores,

muy bien puesta.

(…………)

y cerca a las otras partes

un río mucho crescido

que es membrar.

2ª- En el Capítulo XXV de la II Parte, Sancho Panza exclama: «¡Voto a Rus!» cuando contesta a Maese Pedro. Cervantes dice refiriéndose a éste: «es un famoso titiritero que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón», que algunos historiadores llaman la Mancha de Montearagón. La espontaneidad, la rotundidad y la manera antiretórica de expresarse Sancho hacen pensar en un voto sobre algún lugar conocido y cercano. Por otra parte es la única vez que Cervantes emplea esta exclamación en toda su obra literaria.



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Único retrato existente de Jorge Manrique (en la Biblioteca de Castilla-La Mancha de Toledo)

Ningún estudio o edición anotada nos ha sabido decir de dónde puede proceder este juramento. Yo me atrevo a hacer eso que Américo Castro llamaba una hipótesis interpretativa: los protagonistas, tal y como dice el autor, estaban en la llamada Mancha de Aragón que históricamente era una pequeña parte de la provincia de Cuenca ahora englobada en el partido judicial de San Clemente, en la parte manchega de esta provincia. En la época de Cervantes con este nombre de Rus, en esta zona, sólo existían los restos de una pequeña fortaleza, hoy desaparecida, el río de este nombre y un pueblo llamado Santa María del Campo Rus que hoy todavía existe siendo un bonito pueblo.

En este lugar murió Jorge Manrique el 24 de abril de 1479 después de ser herido, cerca del Castillo de Garcimuñoz, por las tropas del Marqués de Villena, partidario de la Beltraneja en la guerra que ésta mantenía contra Isabel la Católica por la Corona de Castilla.

Es muy probable que Jorge Manrique escribiera en el lugar donde falleció Las Coplas a la muerte de su padre. La muerte del poeta y el testamento que realizó están detallados en las Relaciones topográficas de los pueblos de España enviadas hacer por Felipe II en 1578.

Cabe pensar, continuando con las hipótesis interpretativas, que Cervantes, escritor, viajero y por entonces recaudador de impuestos de la Corona conociera bien estas Relaciones de Felipe II y, en desarrollo de sus funciones o como simple admirador de Manrique, fuera a visitar este pueblo que no estaría lejos, dado que el Capítulo XXV del El Quijote se desarrolla en esta zona. Sabía que allí había muerto uno de sus poetas más queridos y maldice la muerte donde se produce.

Como el pueblo se llama Santa María del Campo Rus y no va a nombrarlo y menos el principio de su nombre, pone en boca de Sancho el juramento de «¡Voto a Rus!» maldiciendo de esta manera la desaparición del poeta. ¿Sería Santa María del Campo Rus el «lugar de cuyo nombre no quiero acordarme?». Existe un libro del escritor zaragozano Ramón Serrano Vicens titulado Ruta y patria de Don Quijote, editado por la Diputación de Cuenca en 1966, que defiende esta teoría basándose en el análisis de las rutas de las tres salidas de Don Quijote y que en su día generó una viva polémica a la que no fueron ajenos hispanistas franceses que, en parte, se inclinaron a favor de la tesis de Serrano Vicens.

Así, lector, tratando de encontrar huellas de Jorge Manrique en Cervantes llegamos, especulando, a la existencia de un hilo emocional que conectaría a estos dos genios de la literatura universal. Algo que aparte de dar lugar a una sugerencia sorprendente, a nosotros nos llevaría, tal vez, a la melancolía.

JOSÉ MANUEL ORTEGA CÉZAR es autor de los libros:

-Jorge Manrique a través del tiempo (Toledo, Servicio de Publicaciones de Castilla-La Mancha, 2007)

-Catálogo razonado de una biblioteca manriquista (Toledo, Servicio de Publicaciones de Castilla-La Mancha, 2009)

-Jorge Manrique en la poesía contemporánea, Antología 1950-2014 (en proceso de edición)

La ruta de Jorge Manrique en Castilla-La Mancha

por josé manuel ortega cézar
Día 17/12/2013 - 13.28h
Fuente: 
www.abc.es
Nuestra vida son los ríos...Castilla-La Mancha en un hombre


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Ilustración sobre la Copla de la muerte igualadora

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Casa de Santa María donde presumiblemente murió el capitán poeta. Delante de la fachada hay un monumento-glorieta a Jorge Manrique
 



biblioteca de castilla-la mancha


Los enclaves, ciudades, villas, batallas y paisajes que fueron escenario de la vida y obra del autor de las Coplas por las tierras de la región
Con independencia del lugar de nacimiento de Jorge Manrique, lo único cierto y documentado es que la mayor parte de su vida transcurre en lo que constituye la Comunidad de de Castilla-La Mancha. Su padre, don Rodrigo Manrique, el protagonista de las Coplas, era comendador de la encomienda de Segura de la Sierra, en Jaén, entonces la más importante después de la de Uclés en la Orden de Santiago, lindante con el Reino de Granada. Es muy probable que don Jorge pasara su infancia en ese lugar juntó a su madre, doña Mencía de Figueroa, y sus cuatro hermanos. A partir de esas fechas, la vinculación de don Jorge con Castilla- La Mancha es permanente y casi total. La primera posesión de Jorge Manrique en la que se concentra es la Encomienda de Montizón, de la Orden de Santiago, que puede considerarse como una de las medianas dentro de la Orden en Castilla. El territorio de La Encomienda contaba con tres poblados, Torre de Juan Abad, de donde luego sería señor don Francisco de Quevedo, Villamanrique -ambos en la provincia de Ciudad Real, y Chiclana de Segura, en Jaén.
Don Jorge, después de casarse con Guiomar, fija su domicilio familiar en Montizón, que compartiría con sus hijos Luis y Luisa. Allī escribió muchas de sus composiciones poéticas, entre ellas el famoso Castillo de Amor, que describe el castillo de Montizón y todo lo que formaba parte de la encomienda. Don Jorge era trece de la Orden de Santiago, es decir, uno de los trece caballeros que asistían a los capítulos generales, que tenían lugar en Uclés, cabeza de la Orden.
Toledo fue ciudad muy vinculada a los Manrique. Don Gómez Manrique fue durante muchísimos años corregidor de la ciudad. En las Casas Consistoriales fijó unos versos famosos sobre la buena gobernanza, totalmente vigentes:
«Por los comunes derechos dejad los particulares: pues nos fizo Dios pilares de tan riquísimos techos estad firmes y derechos»
Doña Guiomar de Castañeda pertenecía a una destacada familia de patricios toledanos. Era hija de don Pedro López de Ayala, primer conde de Fuensalida, dueño del palacio donde murió la emperatriz Isabel y en la actualidad sede de la Presidencia de Castilla- La Mancha. La estancia toledana  de don Jorge fue decisiva para su desarrollo poético. El arzobispo Alonso Carrillo, aliado político de los Manrique, era un gran mecenas de escritores y artistas. Reunía a su alrededor en el Palacio Episcopal a una corte de famosos poetas: el mismo Gómez Manrique, Pedro Guillén de Segovia, Rodrigo Cota, Álvarez Gato, Guevara, y otros que podían considerarse la vanguardia de la época.
Jorge Manrique asistía a estas reuniones y se familiarizaría con las nuevas tendencias poéticas. En Toledo escribió Jorge Manrique la mayor parte de su poesía amorosa, siendo novio de Guiomar:
Quien quisiera ser amado
trabaje por ser presente,
que cuan presto fuese ausente
tan presto será olvidado
y pierda toda esperanza
quien no estuviera en presencia.
Pues son olvido y mudanza
Las condiciones de ausencia
El único retrato, por supuesto imaginario, que tenemos del poeta es del siglo XVIII. Se encuentra en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en Toledo, y perteneció a la colección del cardenal Lorenzana, también arzobispo de Toledo. En la parte inferior del cuadro aparece la inscripción: «Jorge Manrique toletanus», que indica claramente la localización que se asignaba en aquella época al poeta.
Desde el punto de vista de crítica literaria, hay que reseñar que aparte del cronista Alonso de Palencia, son dos conquenses los primeros en comentar y elogiar las Coplas de Manrique. Uno es Juan Valdés, autor del Diálogo de la Lengua, que murió en 1541. Escribió sobre la obra maestra manriquiana: «hay coplas que tienen buen estilo, como las de  Garcí Sánchez de Badajoz y  la de Bachiller de la Torre, y la de Guevara, y la del duque de Astorga. Y son mejores las de don Jorge Manrique, que comienzan recuerde el alma dormida..., las cuales a mi juicio son dignas de ser leídas y estimadas así por las sentencias como por el estilo».
Otro ilustre conquense, fray Luis de León, en la exposición del Libro de Job, rinde homenaje a Jorge Manrique, a quién llama «nuestro poeta», y dice: «es semejanza usada en las divinas letras y en otras comparar la vida del hombre al río y el discurso de aqueste nuestro vivir a las aguas».
Respecto a las acciones militares en las que intervino don Jorge casi todas se dan en lo que es hoy Castilla- La Mancha. Las cuatro batallas más importantes, que decimos, todas se desarrollan en la Mancha: Ajofrín, Alcaraz, la toma de Montizón y Uclés.
Don Jorge Manrique es nombrado en 1478 capitán de las Hermandades de Castilla. Estas hermandades eran una especie de somatén o guardia rural para proteger los campos. Inmediatamente sale para Santa María de Santo Rus, donde instala su campamento militar, dentro de la guerra civil contra el bando del marqués de Villena.
Santa María del Campo Rus no era un lugar amurallado ni con grandes defensas, pero estaba a la espalda de los tres castillos de Villena: Garcimuñoz, Belmonte y Alarcón. Desde allí emprende la guerra y el asedio de los castillos y en una de estas acciones, cae herido a las puertas del castillo de Garcimuñoz de una lanzada en los riñones.
En el lugar donde se produjo esta herida hay un monumento que los lugareños llaman la Cruz de don Jorge y que fue construido a instancias del poeta conquense Federico Muelas. Esto ocurría en el mes de abril. Es llevado en parihuelas a Santa María del Campo Rus, donde se le acomoda en una casa principal de la villa. Probablemente en la que él mismo vivía (la tropa pernoctaba en el campamento).
Don Jorque Manrique muere a los pocos días después de ser visitado al estilo de la guerra medieval por los médicos del marqués de Villena, su enemigo y el que lo abate. Allí muere y allí hace testamento a favor de la Iglesia de Santa María. Al desnudarlo para amortajarlo encontraron en sus ropas dos coplas, que son las coplas póstumas, que estaban en unos papeles ensangrentados dentro de su jubón: “Oh mundo, pues que nos matas…”
En las relaciones topográficas de Felipe II se describen todos estos hechos y en ellas se dice «en esta villa hay una casa donde es público y notorio que murió Jorge Manrique, capitán de los Reyes Católicos cuando se trababa guerra entre Su Majestad y el marqués de Villena. Y en dichas casas se acabaron las Coplas que dicen:Recuerde el alma dormida/avive el seso y despierte...».
Después de morir es transportado a Uclés, donde lo entierran al lado de la tumba de su padre. Había una inscripción que ha desaparecido con el tiempo que decía: «Aquí yace don Jorge Manrique, el de las Coplas». Esto desapareció durante la guerra civil, tanto el gran catafalco que había de don Rodrigo como la lápida, como los restos.
En mi libro Jorge Manrique a través del tiempo sostengo que Jorge Manrique escribió las coplas en Santa María del Campo Rus durante los ocho meses que permaneció allí. Pero no estoy solo en esta hipótesis interpretativa. Alonso de Palencia, el famoso cronista del siglo XV, dice que fueron compuestas poco antes de la muerte del poeta. El investigador norteamericano Richard Kingcale concluye también que las Coplas las compuso Jorge Manrique unas pocas semanas antes de morir. Entiendo que podemos dar por buena la hipótesis de que el poema fuera escrito en Santa María del Campo Rus durante la estancia del poeta en esta villa entre octubre de 1478 y el 24 de abril de 1479, fecha de su fallecimiento.
Unamuno vio con gran perspicacia la similitud entre las muertes de Don Quijote y don Rodrigo Manrique. ¿Cabría pensar que las dos obras maestras de la novela y la poesía española se escribieran en esta tierra amplia, pura, melancólica y llena de espejismos que es La Mancha? Es evidente en el caso de Cervantes; es muy probable en el caso de Manrique.
JOSÉ MANUEL ORTEGA es promotor del Triángulo Manriqueño (Garcimuñoz, Santa María, Uclés), del Museo Jorge Manrique en Santa María del Campo Rus y autor de los libros:
Jorge Manrique, a través del tiempo, Toledo, Servicio de Publicaciones de Castilla-La Mancha, 2007.
Catálogo razonado de una Biblioteca manriqueña, Toledo, Servicio de Publicaciones de Castilla-La Mancha, 2009.

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