jueves, 6 de agosto de 2015

POESÍA: HIROSHIMA Y NAGASAKI: NO SE ME VAN DE LA CABEZA LOS GRITOS DE LA GENTE PIDIENDO AYUDA





Aquel día, Little Boy, cayó, sin más aviso,
que sobre el cielo abierto de Hiroshima,
en sonrisas,
el rugido del bombardeo Enola Gay, llevando en sus entrañas, a esa extraña criatura,
madre de un hongo
y padre quita vidas
que a sus 70 años se recuerda con melancolía

Bocksar fue hermana suya,
tan despiadada y ataviada de dolor a muerte
que nadie en Nagasaki quiere recordar aquel día
en que el hombre habiendo olvidado a sus Dios
se erige por encima de cualquier teología.

Murió la vida, las tinieblas hicieron suyas las ciudades
sus cadáveres se convirtieron en cenizas
y en sus parques comenzaron a germinar entre las raíces escondidas nuevas semillas.

El Dios de un pueblo lloró y el otro hizo lo que podía.
Llueve sobre las ciudades gotas de agua radiactivas.Rasgan el orbe preguntas y más peguntas
y en las calles la piel en tiras de gentes desnudas
combaten su tristeza con agua radiactiva.

¡Que oscuridad! ¿Qué mal día! ¡Qué victoria más apocalíptica!
¡Horas aquellas que en los relojes quedaron marcadas de por vida!
¡Ay de aquellos que no murieron y de sus eternas pesadillas!
¡Ay de los que se convirtieron en humo de un hongo que subió al cielo huyendo de lo que veía!

¡Cuantos niños y niñas habrá todavía buscando a sus padres
en las cornisas de las casas derruidas!
¡Quién se lamenta por lo que hizo!
¡Cuántas calladas preguntas!
¡Cuántas madres pariendo monstruos para ser estudiados por la ciencia de aquellos días!

Saltan las aguas de un río quienes huyen de aquello que acaba con sus vidas
y en su huida no miran hacia atrás, pues solo hay dolor y horror hasta entonces de película
y al otro lado les espera como quien espera un salvavidas otro tipo de angustias
en quienes, soberbia la suya, no buscan otra cosa que el olvido para que nadie pudiera decir
que un pueblo fue abatido, bajo un sol Nipón, que no conocía de derrota alguna.

Cansada una niña camina
en la ciudad en que ella construía su vida
como las flores que se abren en sus buenos días
para dar su olor
y para que de ellas se diga
que flores más hermosas las de este jardín que tan bien se cultiva.

Y en ello un puente donde se rocían las quemaduras
con un aceite de soja, casi agua bendita, que olía
a carne quemada sobre los ojos, mejillas, senos, pies, rodillas.

¡Que angustia! y en ello maldito día,
todo bajo el orbe a 9668 metros de altura convertido en harina negra y arcilla derretida.

Duerme Dios, aunque se dice que el siempre vigila
y en sus sueños debieron surgir nubes encendidas
y Dios se despierta para tomarse de descanso el día
pues algo le dice que las pesadillas se quitan
pescando noticias en las orillas de ese Edén
que pronto se convertiría en teatro de horrores por culpa de unas bombas asesinas.

Sentimos lo que sufren, se tuvo que decir, en aquellos días, entre mentiras,
que sufran ustedes no nos gusta,
les llevamos ayuda
y recuerden que con nosotros, potencia invicta,
si juegan a guerras ya saben lo que les puede venir encima



Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

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