sábado, 22 de agosto de 2015

POESÍA: POEMA DE AUTOR

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En mi casa siempre se hablaba de esas cosas que nos hacen muy ricos,
aprendí de las fanegas a saber
lo que es un saco de trigo,
y lo que cuesta ganar el pan
y lo poco que come el pobre
y lo mucho que come el rico

Aprendí a medir la tierra
que es de uno
con sus lindes y árboles en los campos incluidos.
Nunca me importó la tierra del vecino
siempre que no cruzara la linde
para quitarte algo tuyo.

Por aquellos tiempos
nos defendíamos como podíamos
no hablando de política
más que en reducidos círculos.
Solo un poco,
un poquito,
decía mi padre,
pues lo mucho
empacha
y terminan
por anidar en el corazón
los pensamientos absolutos.

En aquella casa se hablaban
verdades
de aquellas que se dicen como la pompa de un pino.
Nunca se deseo lo del otro
y aunque no fuera domingo
los sacramentos estaban escritos
en las palabras recias sin ocultismos
de aquellos padres ta poseídos
de todos los derechos del mundo
para educar en la decencia a sus hijos.

Crecer rectos
como los pinos.
No robar
primero porque no esta bien
y no es tuyo,
luego por el castigo,
el que roba
termina siendo enemigo
de si mismo
y de la sociedad
que en su defensa
lo terminará arrojando al abismo.

No desear más de lo justo,
pues lo otro,
lo superfluo
es cosa de niñatos
que en el futuro
se pelarán el hocico.

A la política
ni un minuto
pues es para los que tienen poca ganas de arrimar el hombro
y si ayudan al vecino
es porque algo llevan entre cejas,
casi seguro.

Honradez absoluta.
Es el principal principio
que si se rompe
te puede llevar
por unos caminos
que te alejan de la casa , familia y amigos.

Las enfermedades se curan
siendo en todo muy medidos.
taparse por la noches,
ante el calor beber mucho liquido,
ante las corrientes
huir de esos sitios
donde el aire acarrea disgustos.
El agua es para bañarse,
asearse y salir limpio
y no para jugar con ella
y menos para hacerse uno el listo.

En el estudio
emplear todo el tiempo
mientras la luz
de ese sol tan grande en su infinito
te llegue
hasta el sitio
donde empleas el tiempo
meneando las páginas de un libro.
La otra luz
sirve
para otros quehaceres
tan distintos
que se mide y se cobra a voluntad de quien maneja los hilos
siempre oscuros
del monopolio de lo tuyo.


Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

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