¿Por qué eres tú tristeza
la que reinas sobre estas tierras?.
¿Por qué la noche cae
y tu no estás en ella?
¿Por qué me pregunto
y por qué no hay respuesta?
Sentí el frío bajar
como si fuera una culebra
desde lo más alto de mi cabeza
hasta allí donde las uñas
se lustran del sabor de la tierra.
Sentí, también el calor anidar
en la conciencia,
como si no quisiera
el sonido del viento traer
aleluyas cosidas entre retales de viejas telas.
El espanto de las tormentas
caía
sobre los cristales de unas ventanas cerradas
en una casa que fue casi en mi niñez un castillo con altas almenas.
Me fui
para cuando, aletean,
desde la lejanía de unas sierras
llegaba
bandadas de historias tremendas.
Desde que desperté
hasta que sentí ver
lo que mis ojos intuían
pasó casi una tormenta
de no más rayos ni truenos
que los que uno lleva
trenzados a las greñas
que crecen en su cabeza.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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