No veré el Albaicín de nuevo,
no veré el miedo ¡no!
ni la paloma volando
ni el sol
cayendo
sobre la pared blanca,
casi almidón,
casa de gitanos ¡señor!
relincha el caballo
que de un cuadro de Picasso salió.
Ni la luna de los enamorado
ni la nieve son
en ese Albaicín granadino
otra cosa que el son
de la vieja guitarra
de cuerdas tensadas entre copas de vino
y quejidos del alma a su corazón.
Ya el quejido
como si fuera tenue rumor
se extiende cual sombras
que invaden con su negror
los viejos tablaos donde surgió
la voz del poeta, cantaor,
tan lleno el de penas
¡señor!
que pasó
por la cabeza del artista
cuando se anudo
el pañuelo al cuello
y palmeó
un Ave Maria que despertó a Nuestro Señor
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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