Fotografía de 1920
Tan cierto es, que estoy en ello,
en decir a los cuatros vientos,
que en la calle En Llop
vivió el Nano,
sus mejores momentos.
Así su gran cuerpo
sobre un pedestal,
agarrado a un pilar,
se pasaba el año entero,
siempre a la espera,
siempre abierto,
a las sugerencias,
alegrías,
lamentos,
de quienes pasando por su lado
se quedaban boquiabiertos
pues en Valencia,
la del Cid,
no había machón más bien cubierto
que el que ofrecía el Nano
con su descomunal cuerpo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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