En la habitación un armario
con pinta de fachada renacentista
con volutas de hojas de olivo
guarda las prendas de domingo,
cada cosa en su sitio,
la luz apagada y el sueño huído
llegan entre murmullos,
risas que adivino
que proceden de una terraza donde se sirve licor bendecido
por la mano del barman que coloca cada cosa en su sitio.
Los cactus viven
en las macetas que les sirve de espacio definido
un verano a su gusto
con calores tropicales
propios de esos desiertos que avanzan por las planicies de países inhóspitos.
Y así la cortina torea
a un toro de calor y de humo
que acude hasta el ventanal para pedir ser recibido
por quien en la cama construye un libro
de poemas y más poemas, adverbios incluídos,
no fuera el caso que quedara empobrecido e insípido.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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