Y se preguntó que habría en aquella su casa
ya la guerra acabada
y el niño que fue mostrando su mejor cara.
Lejos las trincheras,
el silbido de las balas,
los fríos de la noche resbalando sobre la chaqueta de pana.
Volvía el soldado,
de noche avanzaba entre montes y campos de cebada,
de no haber sido por aquella guerra
quizás la espera no hubiera sido tan larga.
Madrid a lo lejos entre llamas,
avanza
un coche
por la Nacional marcha
sin volver la mirada,
el joven camarada
se siente en la carretera libre de todo lo que le ata.
A grandes zancadas
los surcos son terrones de tierra blanda,
vuelve mi padre a su casa
para esos días en que temblaban hasta las miradas.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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