Ni puntos ni comas,
Ni cortas ni largas,
hemos vencido a la mañana
y ya se presenta la tarde
al igual que una doncella enamorada,
está a la puerta
ella esperando que salga
para cogerme por todos los lados
y llevarme a las dulces moradas
donde los dioses de la tarde
brindan con cazallas
mientras meriendan y juegan a las cartas.
Es difícil estar a la altura
de tal descomunal hazaña,
al menos esto he soñado
en una ráfaga de descanso espiritual
entre las tres y las cuatro de la tarde
de esta jornada
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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