No se lo que llevo de olcade en mis venas,
quizás no sea nada,
solo la historia que nos une,
aprieta y atenaza,
en aquellas tierras bárbaras,
tan salidas del lomo de un burro
tan acostumbradas a ser domadas
a fuerza de latigazos
¡que no pasa nada!
que el ser olcade
sirvió a los romanos
para jugar en sus batallas
con aquellas extrañas espadas
a las que pusieron de nombre falcatas.
Que yo vengo de allí,
de las altas cañadas
y de las tierras bajas,
de los lugares por donde pasaron las legiones romanas,
todas ellas marchaban, camino de otros lugares,
de regreso hacia casa.
Olcade y fiero pueblo
de la Hispania Prerromana,
y de aquello
el polvo
que pasa.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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